La historia de Dianne: Era fuerte, pero el cáncer me hizo más fuerte

Tras un diagnóstico de cáncer de mama positivo para receptores de hormonas en etapa temprana a los cincuenta y un años, Dianne se sometió a una lumpectomía, a quimioterapia y, luego, a radiación.
 
Dianne Wilson headshot

Dianne es peluquera, maquilladora, masajista e instructora y bailarina de acrobacias aéreas.

“Quiero convertir a todas las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en estrellas de rock”.

Los ojos color índigo de Dianne Wilson brillan con ferocidad y franqueza, y sus brazos musculosos golpean contra la mesa cuando el énfasis lo requiere, como cuando reta a cualquiera a desafiar su compromiso con la causa de brindar apoyo, empoderar y elevar a otras personas que hayan sido afectadas por el cáncer de mama.

“Soy muy fuerte, tanto de físico como de voluntad, y eso me vino muy bien durante el tratamiento y sigue siendo beneficioso para mí”, relata esta oriunda del área de Filadelfia. Y agrega: “Me siento honrada y agradecida de seguir estando aquí, ayudando a otros”.

Tras un diagnóstico de cáncer de mama positivo para receptores de hormonas en etapa temprana a los cincuenta y un años, en septiembre de 2015, Wilson se sometió a una lumpectomía para que le extirparan el cáncer, a cuatro ciclos quimioterapia y, luego, a radiación. Actualmente, está atravesando el tercer año de su tratamiento con tamoxifeno. Pero su camino con el cáncer de mama, de hecho, comenzó a principios de 2015.

“En febrero de 2015, soñé que me encontraba un bulto en la mama. Así que, la mañana siguiente, me palpé la mama y encontré el bulto. Cosas así me suceden todo el tiempo. El teléfono suena, y sé quién es antes de atender”, relata Wilson.

De inmediato programa una cita para una mamografía, en la cual no se vio nada. También concertó una consulta quirúrgica, pero quien la atendió pensó que era un quiste. Le dijeron que debía controlarlo con frecuencia, pero le aseguraron que todo estaba bien.

Aun así, el sexto sentido de Wilson se había activado. A su prima Lori le habían diagnosticado cáncer de mama dieciséis años antes. Su prima Chrissy recibió un diagnóstico de cáncer de mama dos veces en su vida y continúa bajo estrictos controles.

A fines de julio, el bulto de Wilson había crecido. Volvió a la consulta quirúrgica, y decidieron extirparlo. Mediante la biopsia se confirmó que era cáncer, lo que significó que tuvo que someterse a otra intervención quirúrgica, porque durante la cirugía no se habían asegurado de extirpar márgenes suficientemente amplios alrededor del bulto, ya que se creía que solo era un quiste.

“Después del diagnóstico, sentí miedo”, recuerda Wilson. Y continúa: “Pero tomé la decisión consciente de no ceder ante el miedo. Después me enojé. Me enojé porque no insistí en extirpar el bulto cuando lo encontré. Probablemente en febrero solo era un quiste, pero, a medida que fue creciendo, se transformó en cáncer”.

Por sus antecedentes familiares, Wilson se hizo pruebas genéticas, pero los resultados fueron negativos.

 

Siempre adelante en el tratamiento

Poco femenina en sus primeros años, como se autodescribe Wilson, siempre le gustó escalar, mantenerse activa y bailar. Su lista actual de talentos y ocupaciones parece infinita. Trabaja como:

  • peluquera

  • maquilladora

  • maestra de reiki, tanto para animales como para personas

  • masajista, tanto de animales como de personas

  • coreógrafa

  • bailarina e instructora de ritmos latinos

  • instructora y bailarina de caño o barra, y acrobacias aéreas, y propietaria de Higher Artistry, una compañía que ofrece espectáculos de acrobacias aéreas para eventos e instituciones

  • modelo

  • entrenadora personal

También trabajó como técnica veterinaria y, actualmente, está estudiando sobre sanación con cristales, para ofrecer ese servicio a sus clientes.

“Empecé peinando y maquillando”, dice entre risas. Y continúa: “Luego incursioné en bailar salsa y estudié con una de las personas que más sabe de Filadelfia. Terminé en el equipo de bailarines. Tenía mucho músculo y quería lograr más elongación y estar más esbelta, así que probé una clase de caño o barra, y acrobacias aéreas, y me encantó. Una cosa llevó a la otra, y me convertí en instructora y bailarina de artes aéreas. Hago muchas cosas a tiempo parcial, pero peinar, la parte cosmética y hacer que las mujeres se vean y se sientan bien es mi pasión y mi trabajo a tiempo completo”, concluye.

Wilson dice que ella y sus médicos creen que su buen estado físico fue la razón por la cual los efectos secundarios que experimentó con el tratamiento de cáncer de mama fueron mínimos. Luego de la segunda ronda de quimioterapia, perdió parte del cabello que tenía, que le llegaba un poco más abajo de los hombros. Pero no sufrió las náuseas debilitantes ni la fatiga que sienten algunas mujeres. (Conserva el pelo que perdió en una bolsa plástica). Tuvo cierto enrojecimiento en el área donde recibió radiación, pero no hubo descamación ni dolor.

“Comer bien y ejercitarme es un modo de vida para mí”, dice Wilson. Y agrega: “Es importante aferrarse a quién eres y al estilo de vida que llevas, e intentar que no se alteren demasiado a causa del cáncer. No hay excusa para ignorarse y no cuidar de uno mismo. Si no te cuidas tú, nadie más lo hará”.

 

Informar como misión

Comprar pelucas luego de la tercera ronda de quimioterapia afirmó todavía más la decisión de Wilson de convertirse en un recurso para otras mujeres que estén atravesando el cáncer de mama.

Mientras miraba pelucas en una tienda local, Wilson quedó impactada al enterarse de que el modelo que le había gustado costaba USD 900.

“Temblaba de furia”, dice, con el recuerdo que sigue evocando sensaciones fuertes. “Aparte de peluquera y maquilladora, soy artista, así que sé mucho sobre pelucas. Las de esa tienda eran hermosas, pero se pueden conseguir las mismas en Amazon por la mitad de ese valor. Estaba indignada. Esas tiendas se aprovechan de los miedos y las vulnerabilidades de las personas. Es horroroso. Si nunca tuviste que comprar pelucas antes, simplemente no lo sabes. No sabes dónde buscar una ni lo que debería costar. Eso no me pasaba a mí. Yo estaba al tanto. Y no lo podía creer. Tenía una misión: informar a las mujeres sobre precios de pelucas y otras cosas relacionadas con el cáncer de mama”.

“Siempre he sido muy determinada —agrega—. Pero el cáncer me hizo todavía más fuerte. Sé que estoy destinada a ser una defensora de la causa”.

Con su vasta experiencia en peluquería y maquillaje, Wilson ayuda a las mujeres que se someten a quimioterapia a peinar sus pelucas, para que se adapten a sus rostros. También las ayuda a cambiar el maquillaje a medida que la piel va cambiando a causa del tratamiento. Además, responde gratamente cualquier pregunta que las personas recién diagnosticadas puedan tener sobre el tratamiento.

“Una de mis clientas recibió el diagnóstico y no dejaba de preguntarme sobre qué le iba a suceder al cuerpo durante la quimioterapia”, cuenta Wilson. Y sigue: “Me complació poder brindarle información y sugerencias sobre técnicas que pudieran ayudarla, como la terapia de liberación miofascial [un tipo de masaje manual de los tejidos miofasciales, las membranas que recubren y conectan los músculos] para mejorar la rigidez muscular, el dolor y la acumulación de tejido cicatricial que se puede formar luego de tratamiento con radiación”.

¿Qué otros consejos tiene para las personas a las que les han diagnosticado cáncer de mama?

  • “Cada uno maneja el tratamiento como quiere. Todo se puede personalizar. Por ejemplo, a mí me habían recomendado un tratamiento de quimioterapia que involucraba la inserción de un puerto. Pero como soy instructora de baile de caño y tengo que ponerme cabeza abajo, dije que no quería ese puerto y pregunté si podía seguir otro esquema que no comprometiera el tratamiento. Mi equipo estuvo de acuerdo y me cambiaron el esquema. No tengan miedo de hacer preguntas y ver si su tratamiento se puede personalizar”.

  • “Escuchen al cuerpo. Nadie lo conoce mejor que ustedes. No tengan miedo de defender sus propios intereses y su propio cuerpo”.

  • “No se aíslen. Aunque no tengan pelo. Sus amigos y familiares pueden ser su mejor sistema de apoyo. Úsenlos. Ellos quieren ayudar”.

  • “Algunos amigos no saben qué hacer. Los asusta. No saben cómo manejar el hecho de que alguien tenga cáncer y, quizás, no pueden dar el apoyo que se espera a causa de eso. Eso no tiene nada que ver con uno, sino con su miedo, así que no hay que tomárselo a título personal. El cáncer puede despertar muchas cosas en su círculo cercano de personas: cosas buenas y malas, y miedo”.

  • “El tratamiento del cáncer de mama afecta al cuerpo. Hacer ejercicio liviano puede ser muy beneficioso. Yo bajé un poco la exigencia de mi entrenamiento durante el tratamiento. Usé bandas de resistencia en lugar de levantar pesas e hice yoga. Seguí enseñando baile del caño y acrobacias aéreas, pero no di ningún espectáculo porque me preocupaban mis niveles de energía”.

No todas las mujeres tienen los músculos y la seguridad de Wilson, pero ella quiere que sepan que son más fuertes de lo que creen.

“Pueden tener cáncer, pero el cáncer no las tiene a ustedes, sean quienes sean”, declara. Y concluye: “Cuando te comunican el diagnóstico, puede parecer como si te arrojaran a la cara un baldazo de agua, pero en realidad no son más que unos cuantos vasos. Tienes la fortaleza mental y física para recorrer este camino con gracia”.