La historia de Elena: La eterna marginada: manejo del CMM con un defecto cardíaco
Elena Hatzakos es miembro de la comunidad Breastcancer.org en Port Washington, Nueva York, EE. UU.
Nunca olvidaré la llamada telefónica que recibí casi a las cinco de la tarde del viernes 18 de marzo de 2022. Del otro lado de la línea estaba la persona que me había realizado la biopsia de mama, que me comunicó rápidamente que me habían diagnosticado cáncer de mama terminal en etapa IV y que alguien se pondría en contacto conmigo la semana entrante. Fue la llamada de dos minutos más larga y traumatizante de mi vida. Acababa de recibir el alta del hospital por fracturas vertebrales, y ahora sabíamos por qué estaban allí. En aquel momento estaba atravesando mi tercer embarazo, de una niña, y no sabía qué hacer.
Los casi tres años siguientes transcurrieron de forma rápida y también traumática. Me realizaron una cirugía de reconstrucción de la columna vertebral, a la que mi hija no sobrevivió. Seguí el tratamiento y me uní a grupos de apoyo increíbles, como el de Breastcancer.org, para llenar mi vida del sostén y la orientación que necesitaba. Esto me llevó a convertirme en mentora de cáncer de mama metastásico (CMM) a través de Project Life, lo que me permitió ayudar a otras personas en sus propios procesos.
Mi camino con el CMM es un poco más complicado de lo que parece. Nací en Rusia con un defecto cardíaco congénito conocido como “tetralogía de Fallot” y, en aquel momento, solo me daban tres meses de vida. De niña me realizaron muchas operaciones de corazón, pero nada que pudiera reparar mis problemas cardíacos. Cuando tenía siete años, mi mamá ganó una lotería que seleccionaba a un grupo de niños de países con dificultades y los llevaba a Estados Unidos para operarlos, con la esperanza de corregir cualquier problema médico que tuvieran.
Aunque la tetralogía de Fallot fue reparada, mi corazón desarrolló otras complejidades, y, para 2019, requerí un reemplazo de válvula pulmonar sabiendo que tendría que operarme del corazón cada diez años. Cuando formé mi equipo de tratamiento del CMM, sabía que tenía que hacerlo teniendo en cuenta mis problemas cardíacos. Por eso, ahora también recibo seguimiento por parte de una persona especializada en oncología cardíaca y otra en defectos cardíacos congénitos. Con el CMM y una cardiopatía congénita, a veces me siento como una bomba de tiempo andante, pero, a pesar de todo, he ido superando obstáculos.
Tengo dos hijos pequeños en casa y un esposo adorable que ha pasado por todo conmigo. Por ellos, por mí, no tengo más remedio que seguir luchando para sobrevivir con la esperanza de que, con el tiempo, las dos dolencias que me han cambiado la vida no sean más que enfermedades crónicas.
¡Por la esperanza! ¡Y por todos ustedes que se tomaron el tiempo de leer mi historia!