La historia de Rhonda: Agregar técnicas complementarias a mi plan de tratamiento del CMM

Utilizando sus técnicas de práctica complementaria favoritas, Rhonda descubrió que había algo más en el tratamiento que la intervención médica.
 
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Rhonda Schaller, MPS, MBSR es miembro de la comunidad Breastcancer.org en Hoboken, Nueva Jersey, EE. UU. Es codirectora de The Mindfullness Collaboratory.

Cuando me diagnosticaron CMM, descubrí que la meditación y la consciencia plena se convertirían en mis compañeros de confianza en este viaje inesperado. Gracias a mi práctica diaria de la meditación, he aprendido a aceptar tanto los retos como las alegrías de cada día. Cuando el cáncer avanza y me enfrento a nuevas líneas de tratamiento, me permito sentirlo todo: las lágrimas, la preocupación y, también, incluso las risas inesperadas. Mi práctica me ha enseñado a hacer una pausa, respirar y rodearme de luz curativa, a la vez que busco cosas que me levanten el ánimo, como un buen programa cómico en YouTube o un croissant de chocolate. A través de la meditación y la visualización, he descubierto que es posible darles cabida tanto a las dificultades como al placer.

Mi práctica de la meditación dos veces al día, arraigada tanto en las técnicas tibetanas de visualización como en la consciencia plena, se ha convertido en mi ancla. Cuando surge la ansiedad acerca de mi salud, vuelvo suavemente a la respiración, visualizando la luz curativa que fluye por mi cuerpo. Esta práctica me ayuda a estar presente y a encontrar momentos de paz en medio de las citas médicas y las decisiones sobre el tratamiento. He descubierto que enseñar estas técnicas a otras personas me aporta un propósito y una alegría profundos: hay algo increíblemente satisfactorio en ayudar a otra persona a encontrar su propio camino hacia la consciencia plena, con bondad amorosa. El simple hecho de volverme hacia mí misma y hacia los demás con compasión crea ondas de energía positiva que, de algún modo, siempre encuentran el camino de vuelta hacia mí.

Vivir con CMM me ha enseñado que la incertidumbre es una experiencia humana universal, aunque algunos nos enfrentamos a ella más directamente que otros. Gracias a la atención plena, he aprendido a navegar por esta realidad con gracia y autenticidad. Actualizo regularmente mi lista de cosas que hacer antes de morir, agradezco los placeres sencillos de la vida y disfruto de los pequeños y preciosos momentos con mi marido, mis hijos y mis gatos. Sí, hay días de agobio, cansancio y confusión, y también honro esos sentimientos. Pero he descubierto que comprendiendo y aceptando la finitud de la vida —algo cierto para todos los seres— puedo vivir más plenamente, espiritualmente consciente y en el momento presente. Y eso a mí me hace muy feliz. De este modo, la consciencia plena, la meditación y la visualización me ayudan a crear una vida rica en significado, propósito, conexión e incluso alegría, al tiempo que reconozco los retos reales de este viaje. No siempre es fácil, pero es, sorprendentemente a menudo, hermoso.


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