Reducción del riesgo y de las exacerbaciones del linfedema
La cirugía de cáncer de mama y otros tratamientos, como la radiación, pueden aumentar el riesgo de linfedema. Si te diagnosticaron cáncer de mama, el mejor momento para reducir el riesgo de padecer linfedema es antes de someterte a la cirugía o de comenzar otros tratamientos, pero esto no siempre es posible.
Cuando alguien recibe un diagnóstico de cáncer de mama por primera vez, es natural centrarse en analizar las características y los posibles tratamientos para el cáncer. Es fácil perder de vista posibles efectos secundarios, como el linfedema,
pero incluso si ya recibiste tratamiento del cáncer de mama, hay medidas que puedes tomar para reducir el riesgo de linfedema. Y si ya te diagnosticaron linfedema, también tienes opciones a la hora de actuar para evitar que empeore.
“Parte de lo que hace que el linfedema sea tan frustrante y complejo es que a una mujer pueden extirparle dos ganglios linfáticos y tenerlo, mientras que a otra pueden extirparle 30 y no tenerlo nunca”, dice la Dra. Kathryn Schmitz, PhD, MPH, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania. “¿Por qué? Todavía no se sabe con exactitud”.
Reducción del riesgo de linfedema antes de la cirugía
Estas son algunas maneras de reducir el riesgo de linfedema antes de la cirugía. Pregúntale a tu médico o especialista en linfedema si estas opciones son adecuadas para ti.
Pregúntale a tu médico o especialista en linfedema si limitar el consumo de alcohol es una opción adecuada para ti. Si fumas, puedes pedir información sobre programas para dejar de hacerlo.
Si te estás preparando para la cirugía de cáncer de mama, pregúntale al cirujano si es posible hacerte una biopsia de ganglio linfático centinela, en lugar de una disección de ganglios linfáticos axilares. Los cirujanos extirpan menos ganglios linfáticos en una biopsia de ganglio linfático centinela que en una disección de ganglios linfáticos axilares. El riesgo de linfedema es mayor cuando se extirpan más ganglios linfáticos axilares.
En ciertos casos en los que el cáncer de mama se ha esparcido a varios ganglios linfáticos, es posible que los cirujanos deban hacer una disección de ganglios linfáticos axilares para reducir el riesgo de recurrencia (que el cáncer vuelva a aparecer) o de metástasis (cuando el cáncer de mama se extiende a otras partes del cuerpo). Reducir esos riesgos es más importante que reducir el riesgo de linfedema.
Aprender más sobre la extirpación de ganglios linfáticos.
Puede ser difícil notar una ligera inflamación del brazo. Antes de la cirugía para tratar el cáncer de mama, pregúntale a tu equipo de tratamiento para el cáncer si pueden medirte alrededor de los brazos (la circunferencia). Por lo general, se hacen marcas desde un punto de las manos y hacia arriba por los brazos a intervalos regulares, y se mide cada uno de esos intervalos. Después de la cirugía, el médico o especialista en linfedema puede medir los mismos puntos en ambos brazos para detectar la presencia de inflamación.
Si te mides tú misma, puede que necesites ayuda para que coincidan las marcas a lo largo de ambos brazos. Asegúrate de usar una cinta métrica de papel o de plástico, o incluso una flexible de vinilo con resorte. Es importante medir ambos brazos para poder darte cuenta con facilidad si hay diferencias de tamaño.
Un especialista en linfedema puede enseñarte qué estiramientos y ejercicios de brazos puedes hacer antes de la cirugía y en las semanas posteriores. De esa manera, no tendrás que aprender esto cuando te estés recuperando de la cirugía. Algunos expertos recomiendan tener consultas con un especialista en linfedema antes de la cirugía, un mes después de la cirugía, cada tres meses durante el primer año y luego cada seis meses durante cinco años después de la cirugía como máximo. Desde ya, debes consultar al especialista en linfedema toda vez que notes algún síntoma.
“Es aconsejable aprender ejercicios y formas de reducir el riesgo de linfedema antes de la cirugía”, comenta Linda T. Miller, PT, DPT, CLT, encargada de diseñar los programas de estudio e instructora en Recovery in Motion. “De esta manera, no tendrás que aprender sobre esto cuando estés adolorida o en recuperación”.
Reducción del riesgo y de las exacerbaciones del linfedema después de la cirugía
Después de la cirugía para tratar el cáncer de mama, puedes solicitar una consulta con un fisioterapeuta antes de que te den de alta del hospital, con más razón si aún no tienes un especialista en linfedema.
Es posible que te recomienden elevar el brazo afectado algunas veces al día durante las primeras 24 a 48 horas después de la cirugía. El fisioterapeuta o el especialista en linfedema pueden mostrarte cómo apoyar el brazo sobre almohadones correctamente y pueden indicarte cuándo es seguro empezar a hacer lo siguiente:
estirar tu brazo para ejercitar la zona de las axilas, donde se concentran los ganglios linfáticos
levantar tu brazo a la altura de tu hombro o sobre tu cabeza
hacer ejercicios suaves para recuperar la amplitud de movimiento del brazo y del hombro, a fin de que la linfa vuelva a fluir, se reduzca la inflamación y aumente la flexibilidad
Siempre sé consciente de cuánta tensión ejerces sobre la mano, el brazo y la parte superior del cuerpo, aunque hayan pasado años desde la cirugía para tratar el cáncer de mama.
“Ahora debes prestar atención a las condiciones a las que sometas el brazo, como los cambios repentinos de temperatura, el peso que levantas, los cortes, las quemaduras solares: todo lo que implique tensión para esta parte del cuerpo”, indica la Dra. Schmitz. “Pregúntate: ¿cuánto esfuerzo puedo hacer hoy con el brazo? ¿Cuántas horas tuve el brazo y la mano en agua jabonosa caliente mientras lavaba los platos? ¿Cuántas horas estuviste horneando y limpiando, levantando niños, usando limpiadores agresivos, o si pasaste ese día bajo el sol fuerte?”
He aquí algunas pautas que pueden ayudarte a minimizar este tipo de tensiones:
Usa guantes protectores para las actividades que impliquen un esfuerzo para la extremidad o que lastimen la piel. Por ejemplo, guantes de goma para lavar la vajilla; guantes de jardinería para plantar y podar plantas, así como para realizar tareas al aire libre; guantes de cocina para cocinar y asar a la parrilla, e incluso cuando uses cuchillos afilados o un rallador. Busca guantes que cubran todo el brazo. Estas medidas de protección pueden ayudar a reducir el riesgo de infección.
Aprender más sobre protege la piel para evitar lesiones e infecciones.
Utiliza jabón hidratante suave y lociones suaves a diario para mantener la piel flexible y evitar que se agriete. Después de ducharte, empuja las cutículas hacia atrás y mantenlas humectadas. Si te haces la manicura, evita cualquier producto que corte o sobrecargue la piel de alrededor de las uñas. Las uñas postizas también pueden convertirse en focos de infección si no se colocan o mantienen correctamente.
Para eliminar el vello de las axilas, utiliza una crema depilatoria indicada para pieles sensibles en lugar de afeitarte. Es recomendable probar primero cualquier crema depiladora en una zona pequeña de la piel. Si prefieres una maquinilla de afeitar, puedes probar con una eléctrica, siempre que tengas cuidado de no irritar la piel ni hacerte cortes.
Usa un protector solar con un FPS de 30 o superior para evitar quemaduras. Utiliza repelentes de insectos que no resequen la piel ni contengan componentes químicos agresivos.
Evita ducharte con agua caliente, sumergirte en jacuzzis y utilizar almohadillas o compresas calientes en el brazo u hombro afectados, en el cuello o en la espalda. Además, es recomendable evitar otros tratamientos que produzcan calor proporcionados por fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales o masajistas, como ultrasonido, hidromasaje y masaje de tejidos profundos. El calor generado por estos tratamientos hace que fluya más sangre y más linfa a la zona afectada.
La presión de un bolso pesado o de ropa o alhajas ajustadas también puede restringir el flujo de la linfa hacia afuera de la mano, del brazo o del tórax. Evita llevar sostenes, camisolas o prendas superiores que te queden demasiado ajustadas, o prendas con mangas estrechas. También es recomendable evitar el uso de relojes, pulseras o anillos en la mano y en el brazo afectados.
Descansa con frecuencia cuando hagas actividades pesadas en la casa, como fregar, limpiar o rastrillar, ya que implican el uso repetido del brazo y la parte superior del cuerpo. El ejercicio intenso y repentino o el levantamiento de objetos pesados antes de que el brazo esté preparado pueden tensar o tirar del músculo y hacer que los tejidos del cuerpo produzcan más linfa. Durante estas pausas, mantén la circulación de la linfa haciendo los estiramientos que tu médico o especialista en linfedema te enseñó. Detente si sientes el brazo cansado, pesado o dolorido.
El especialista en linfedema puede adaptar un programa de ejercicios para fortalecer el brazo y la parte superior del cuerpo que sea adecuado para ti. Evita hacer mucho esfuerzo con el brazo afectado antes de tiempo. Presta atención al aspecto y a la sensación de la zona afectada para poder hacer los ajustes necesarios en tu rutina.
Aprender más sobre fortalece el brazo y la parte superior del cuerpo.
Hay cuerpos sanos y fuertes de todas las formas y tamaños, incluidos los grandes. No todas las personas de talla grande tienen linfedema, pero las personas con sobrepeso tienen un mayor riesgo de padecer esta afección. Si eres de talla grande, puede ser buena idea que le preguntes al médico si el control del peso puede ayudarte a reducir el riesgo de linfedema.
Algunas técnicas de control de peso incluyen estiramientos suaves y ejercicios seguros que también favorecen una circulación sanguínea y un flujo linfático eficientes. Si te gustaría adelgazar, también puedes pedirle a un nutricionista que te dé consejos para una alimentación sana y equilibrada. Muchos hospitales y centros de tratamiento del cáncer cuentan con nutricionistas.
Los primeros signos de linfedema pueden ser muy sutiles. Puede ser que notes diferencias leves en el aspecto o en la sensación del brazo, de la mano o de la parte superior del cuerpo. Sin embargo, estos cambios tal vez no parezcan nada grave porque, al principio, van y vienen. Apenas observes signos y síntomas de linfedema, aunque sean leves, informa al médico y al especialista en linfedema.
Estos brazaletes se pueden comprar a través de la organización National Lymphedema Network. También puedes usar una G-sleeve, una prenda flexible que se usa en el antebrazo y que tiene la leyenda “no blood draws, no blood pressure, no IVs” (no extraer sangre, ni tomar la presión arterial, ni insertar una línea intravenosa) para ir a tus consultas médicas o durante hospitalizaciones. Si tus manos y brazos están afectados, podrías preguntar si es posible que te extraigan sangre o te tomen la presión arterial en otra parte del cuerpo.
Es posible que el linfedema se presente incluso si sigues todas las recomendaciones para reducir el riesgo. Por ejemplo, otras enfermedades, como diabetes, presión arterial elevada, insuficiencia cardíaca congestiva u otras afecciones cardiovasculares, pueden afectar el riesgo de linfedema. De todos modos, seguir los consejos del médico y del especialista en linfedema puede ayudar a aliviar los síntomas y evitar que el linfedema avance y empeore.
“Si es posible, vale la pena consultar a un fisioterapeuta, fisiatra u otro experto que pueda enseñarte a usar el cuerpo de la forma más segura y completa”, explica la Dra. Marisa Weiss, directora médica de Breastcancer.org. “Las cosas que antes hacías automáticamente —cargar las compras, hacer yoga, jugar al tenis— ahora debes hacerlas con cierta precaución y cuidado, hasta que sepas cómo volverá a manejarlas tu cuerpo. Procura trabajar con alguien que conozca la forma en la que tu cuerpo ‘se mueve y se deja llevar’, y que pueda ayudarte a volver gradualmente al estado que tenías antes”.
— Se actualizó por última vez el 7 de agosto de 2025, 21:01