¿Por qué las mujeres que han sido madres recientemente corren el riesgo de desarrollar un cáncer de mama (seno) más agresivo?

El cáncer de mama diagnosticado en los primeros años después de un embarazo tiene un mayor riesgo de presentar peores resultados. Nuevas investigaciones revelan por qué y apuntan a nuevos enfoques de prevención y tratamiento.

Actualizado el 30 de octubre de 2025

El diagnóstico de cáncer de mama en madres jóvenes no es raro. Pero cuando ocurre, puede ser bastante inesperado. Y aunque la mayoría de las madres jóvenes con diagnóstico de cáncer de mama tienen un buen pronóstico, para una minoría significativa parece haber un riesgo particularmente importante al desarrollar cáncer de mama después de haber dado a luz recientemente. 

La Dra. Virginia (Ginger) Borges, MMSc, profesora de oncología médica en el Anschutz Medical Campus de la Universidad de Colorado, en Aurora (Colorado), empezó a observar este alarmante patrón hace 22 años. En su clínica, donde se especializa en el tratamiento del cáncer de mama en mujeres jóvenes, observó que solían ser las madres jóvenes menores de 45 años las que padecían cánceres de mama más agresivos. Tenían más probabilidades de desarrollar cáncer de mama metastásico (que se extiende a otra parte del cuerpo) y de tener un peor pronóstico.

“Era evidente que algunas de estas personas no estaban tan bien ni sobrevivían tanto como mis otros pacientes”, dice Borges. “Quería entender por qué, en esos casos, el cáncer tenía más probabilidades de extenderse y menos de responder al tratamiento”. Decidió centrar su investigación en estas cuestiones que, en aquel momento, no muchos otros exploraban. 

Hoy en día, los investigadores tienen un nombre para estos casos de cáncer de mama que surgen entre 5 y 10 años después de dar a luz: cáncer de mama posparto (CMPP). Varios estudios sugieren que las personas diagnosticadas dentro de los cinco años posteriores al parto tienen un riesgo entre dos y tres veces mayor de desarrollar cáncer de mama metastásico y de morir por esta causa, en comparación con las que no han dado a luz. Otros estudios sugieren que la ventana de riesgo podría extenderse hasta diez años después del parto.   

“Hemos descubierto que este grupo con diagnóstico de cáncer de mama posparto destaca por tener peores resultados, en comparación con personas de su misma edad a quienes se diagnostica el mismo subtipo y estadio de cáncer de mama pero que no han tenido hijos”, dice Borges. “Así que estamos intentando averiguar: ¿qué sucede de diferente en el cáncer de mama posparto que provoca estos peores resultados?”.  

Un mejor conocimiento del cáncer de mama posparto podría transformar el tratamiento de las personas a quienes se le diagnostica. Actualmente, las directrices que utilizan los médicos para tomar decisiones sobre el tratamiento del cáncer de mama no tienen en cuenta si la paciente ha tenido un embarazo reciente. Así que, para las personas con diagnóstico de cáncer de mama posparto, esas directrices pueden no ser tan precisas para recomendar tratamientos o predecir el riesgo de que el cáncer reaparezca o se extienda. 

Afortunadamente, Borges y sus colegas han descubierto pistas intrigantes sobre lo que alimenta es cáncer de mama posparto, relacionadas con los cambios naturales que se producen en la mama después del parto.

Embarazo, lactancia y riesgo de cáncer de mama

Durante décadas se ha creído que el embarazo y la lactancia reducen el riesgo de cáncer de mama. Sin embargo, estudios recientes han revelado un panorama más complicado: Un embarazo a término y la lactancia materna, especialmente antes de los 30 años, proporcionan cierto grado de protección a largo plazo frente al cáncer de mama posmenopáusico. Sin embargo, durante los 10 primeros años posteriores al parto, existe un pequeño aumento en el riesgo de desarrollar cáncer de mama, tanto si se amamanta como si no.

No se sabe mucho sobre lo que impulsa el desarrollo de los casos de cáncer de mama que se producen durante el embarazo y en los 10 años posteriores. Los cambios hormonales relacionados con el embarazo probablemente desempeñan un papel en al menos algunos de estos casos, pero los científicos no tienen claro cómo ocurre este fenómeno. Una teoría es que el aumento de los niveles hormonales podría estimular el crecimiento de una célula cancerosa o precancerosa que ya se encuentre en la mama. 

Durante más de 20 años, Borges ha colaborado con la Dra. Pepper Schedin, catedrática de biología celular, del desarrollo y del cáncer de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón, en Portland (Oregón), y la Dra. Traci Lyons, catedrática asociada de medicina del Anschutz Medical Campus de la Universidad de Colorado. En su investigación, buscan comprender la biología única del cáncer de mama posparto y desarrollar nuevas estrategias de reducción de riesgos y tratamiento. 

Uno de los retos a los que se enfrentan ellas y otros científicos que estudian el CMPP es que las bases de datos (denominadas “registros”) que utilizan los investigadores para hacer un seguimiento de las estadísticas y tendencias del cáncer de mama en todo el país no suelen contener información sobre embarazos.

“Los médicos no preguntan a las mujeres cuando se les diagnostica un cáncer de mama: '¿Cuándo fue su último embarazo a término?'. Así que tenemos muy pocos datos reales con los que trabajar”, afirma Schedin. “Pero sabemos que el cáncer de mama posparto no es un acontecimiento raro”.  

Schedin calcula que aproximadamente la mitad de todos los diagnósticos de cáncer de mama en mujeres menores de 45 años en EE. UU., es decir, unos 13.500 al año, son casos de cáncer de mama posparto. Se calcula que el número de casos en todo el mundo oscila entre 150.000 y 350.000, y se espera que estas cifras aumenten en el futuro.

Un proceso natural que puede torcerse 

Afortunadamente, Borges, Schedin y sus colaboradores han encontrado pistas importantes sobre lo que hace que algunos casos de cáncer de mama posparto sean más peligrosos: los cambios que se producen en la mama después del parto.   

Durante el embarazo, la cantidad de células mamarias se multiplica hasta por diez, ya que el cuerpo se prepara para producir leche. Cuando esas células productoras de leche dejan de ser necesarias (ya sea porque la persona no amamantó o porque ya no lo hace), mueren. Este proceso de extinción (denominado “involución inducida por el destete”) es un proceso natural que ocurre en todas las personas que dan a luz, tanto si amamantan como si no lo hacen, ya que las mamas vuelven a su estado anterior al embarazo. 

“Cuando todas esas células productoras de leche de la mama mueren, como hojas que caen de un árbol, el cuerpo reacciona de forma similar a la cicatrización de una herida”, explica Schedin. “Hay una afluencia de células inmunitarias, un aumento de la inflamación, y parte del tejido normal puede ser sustituido temporalmente por tejido cicatricial”.

Schedin y Borges creen que este entorno temporal, similar a una herida en la mama, puede darle la oportunidad a una sola célula cancerosa para crecer e incluso hacer metástasis. En estudios con roedores, descubrieron que colocar una célula tumoral en este entorno provoca su propagación.  

“No creemos que la involución esté creando células cancerosas. Lo que creemos que puede hacer es permitir que las células mutantes que ya estaban en la mama escapen a la detección del sistema inmunitario y se transformen potencialmente en un cáncer más agresivo de lo que habría sido de otro modo”, afirma Schedin. “Estas células pueden sufrir cambios permanentes en el entorno de cicatrización de la herida que las hagan comportarse de forma más agresiva”, añade. 

“Who wants to hear that something as natural as having a baby and breastfeeding could be detrimental? It goes against hundreds of years of evidence that pregnancy is protective. That was a hurdle we were up against.”

—Pepper Schedin, PhD

La involución inducida por el destete se produce a lo largo de varios meses. Comienza justo después del parto en las personas que no dan el pecho, o cuando se produce el destete en las que sí lo hacen. Algunos de los cambios relacionados con la involución pueden ocurrir en personas que siguen amamantando pero están destetando lentamente. Schedin señala que un cáncer que se desarrolla durante la involución puede acabar detectándose poco después o mucho más tarde. Algunos casos pueden esconderse en el cuerpo durante años. 

“No sabemos si la involución desempeña un papel en el desarrollo de cada caso de cáncer de mama posparto”, afirma Jasmine A. McDonald, doctora y profesora asociada de epidemiología en la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Ella estudia los periodos de la vida de las mujeres en los que pueden ser especialmente propensas al cáncer de mama, incluidos los años posteriores al parto. “Pero el trabajo de Pepper sugiere que la involución es una ventana de tiempo en la que una célula rebelde tiene un entorno enriquecido en el que puede progresar y propagarse”. 

Mantener a raya el cáncer de mama posparto

Sorprendentemente, podría haber una forma relativamente sencilla de reducir la inflamación de la mama y disminuir el riesgo de cáncer de mama posparto. Schedin y Borges han descubierto, en una serie de estudios con roedores, que el tratamiento con un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) común, como el ibuprofeno podría reducir la gravedad del cáncer de mama posparto

“Nuestra idea para esta estrategia de prevención es la siguiente: Veamos si podemos bloquear algunos de los efectos de la involución en la mama y evitar que surja el cáncer de mama o, si se desarrolla, que llegue a hacer metástasis”, dice Borges.  

Ahora están listas para empezar a probar la estrategia en personas. Están recaudando fondos para un ensayo clínico que administraría AINE a mujeres sanas durante el destete o inmediatamente después de este. El estudio probaría si el tratamiento es seguro y podría reducir los cambios inflamatorios en la mama. Si se demuestra que es seguro, el siguiente paso será realizar un ensayo con un mayor número de mujeres y hacer un seguimiento de cómo la toma de un AINE durante el destete afecta a la incidencia del cáncer de mama y a los resultados a lo largo del tiempo.         

“El cáncer de mama posparto es un problema mundial. En otros países, las tasas de mujeres jóvenes diagnosticadas en los primeros años de maternidad son incluso superiores a las de Estados Unidos”, afirma Borges. “Así que sabíamos que queríamos hacer pruebas con un fármaco que estuviera disponible en todo el mundo, que fuera económico y que no pasara a la leche materna”.  

“We’ve found that this group that has postpartum breast cancer stands out in terms of having worse outcomes, when compared with people of their same age who have the same subtype and stage of breast cancer but who haven’t been pregnant. So we wanted to know: What’s…causing these worse outcomes?” —Virginia Borges, MD, MMSc

Personalización del tratamiento

En la actualidad, no existen directrices para que los médicos adapten el tratamiento a las personas con diagnóstico de cáncer de mama posparto. Según la Dra. Megan Tesch, MPH, oncóloga médica del Instituto Oncológico Dana-Farber de Boston (Massachusetts), especializada en el tratamiento de adultos jóvenes con diagnóstico de cáncer de mama, es probable que la situación cambie a medida que los científicos vayan adquiriendo más conocimientos.

“En el futuro, cuando comprendamos mejor la biología única de la enfermedad, creo que podremos tratar estos casos de cáncer de mama de forma más individualizada”, afirma Tesch. 

Los investigadores están desarrollando nuevas terapias dirigidas para bloquear moléculas específicas de las células del cáncer de mama posparto que las hacen más agresivas. También están estudiando cómo atacar estas moléculas con nuevos regímenes de tratamiento que incluyan fármacos contra el cáncer de mama ya en uso. Y están avanzando en la determinación de quiénes tienen más riesgo de desarrollar cáncer de mama posparto. Por ejemplo, McDonald realizó un estudio en el que se descubrió que las personas con un riesgo mayor que el promedio de padecer cáncer de mama por tener una mutación genética como BRCA1 o BRCA2 también tienen un riesgo elevado de CMPP. Otros factores que se cree que aumentan el riesgo de CMPP incluyen haber tenido más embarazos a término y haber dado a luz por primera vez a los 26 años o más.    

“Lo que me hace ser optimista es que ahora hay muchos más grupos de investigación intentando responder a estas preguntas que hace 10 o 15 años”, afirma Borges. “El ritmo de aprendizaje es cada vez más rápido, y espero que pronto se entienda mucho mejor el cáncer de mama posparto”.  

Schedin recuerda que cuando ella y Borges empezaron a trabajar juntas, a veces era difícil convencer a la gente de que podía haber una conexión entre el embarazo y el desarrollo de tipos de cáncer de mama agresivos.

“¿Quién quiere oír que algo tan natural como tener un bebé y amamantar puede ser perjudicial?”, dice Schedin. “Va en contra de cientos de años de pruebas de que el embarazo es un factor de protección. Era un obstáculo al que nos enfrentábamos”. 

Pero eso ha cambiado desde entonces.

“Es enormemente gratificante ver que la gente reconoce que el cáncer de mama posparto es un subtipo único que necesita una intervención y comprensión específicas”, afirma Schedin. “Va a cambiar las reglas del juego para las mujeres jóvenes con diagnóstico de cáncer de mama”.

 

Este podcast es posible, en parte, gracias a la subvención de Novartis y Lilly.