Aumenta el cáncer de mama entre los jóvenes: cuatro posibles razones

Los cambios en nuestro estilo de vida y las exposiciones ambientales podrían estar haciendo que las personas más jóvenes sean más susceptibles al cáncer de mama.

Actualizado el 30 de octubre de 2025

White woman with a head scarf sits on the couch holding a mug.

Era un lluvioso día de marzo en Texas cuando Stephanie Hargis recibió la llamada. Su hija de dos años estaba sentada en el salón, hipnotizada por los camiones de bomberos que apagaban un pequeño incendio al otro lado de la calle, y su marido trabajaba tranquilamente en la otra habitación. “Tenemos los resultados de la biopsia. ¿Puede venir al consultorio?”, oyó en la otra línea. Se me vino el mundo encima. El bulto que había notado bajo la mama un mes antes no era un ganglio linfático inflamado. A Hargis, que entonces tenía sólo 25 años, pronto le diagnosticarían un carcinoma ductal invasivo triple negativo en estadio II. 

“Sabía que el cáncer no tenía nada que ver con la edad, pero ¿cuáles eran las probabilidades? No tengo antecedentes familiares, soy bastante joven”, dice Hargis. Hargis no es la única. El cáncer, antaño una enfermedad ligada a la vejez, está aumentando entre los jóvenes de todo el mundo, y el cáncer de mama no es una excepción. 

Hace unos 15 años, los investigadores empezaron a observar una tendencia alarmante: cada vez se diagnosticaba cáncer de mama a más jóvenes. A principios de las décadas de 2000 y 2010, el cáncer de mama aumentaba en torno al 0,24 % anual en mujeres menores de 50 años. En la actualidad, el cáncer de mama en mujeres jóvenes está aumentando al doble de ritmo que en mujeres mayores, en torno al 1,4 % anual. Las jóvenes hispanas, asiático-americanas y de las islas del Pacífico registran tasas aún más elevadas de cáncer de mama. 

Para entender este aumento, los expertos están desentrañando una mezcla de factores que pueden estar haciendo que las personas más jóvenes sean más susceptibles al cáncer de mama:  

La primera menstruación llega antes y la menopausia, más tarde 

Las investigaciones demuestran que cuanto más tiempo está expuesta una persona a las hormonas estrógeno y progesterona, más aumenta su riesgo de cáncer de mama. Esta exposición está directamente relacionada con el número de ciclos menstruales por los que pasa una persona a lo largo de su vida, que ha ido aumentando lentamente en las últimas décadas. 

Las personas nacidas en EE. UU. en los años 50 y 60, en promedio, tuvieron su primera menstruación a los 12,5 años. Según un estudio, las generaciones más jóvenes tienen ahora su primera menstruación unos seis meses antes. Cada vez más niñas tienen el período antes de los nueve años. La tendencia es mayor entre las personas negras, hispanas, asiáticas y mestizas, y entre las provenientes de familias con ingresos más bajos. 

La obesidad infantil puede ser uno de los motivos por los que la menstruación se adelanta. Las células adiposas interactúan con las hormonas que ponen en marcha la pubertad. Otra razón pueden ser los cambios en el entorno. Factores como la exposición a sustancias químicas procedentes de plásticos o cosméticos que alteran las hormonas también pueden contribuir a una pubertad precoz. 

Las personas también entran en la menopausia más tarde. En las últimas seis décadas, la edad media de entrada en la menopausia natural ha aumentado en 1,5 años. Con una primera menstruación más temprana y una menopausia más tardía, las personas están expuestas durante más tiempo a mayores cantidades de estrógeno y progesterona, lo que aumenta el riesgo de cáncer de mama.  

La gente tiene hijos más tarde o no los tiene en absoluto 

Aunque existen algunos riesgos de cáncer de mama relacionados con el hecho de tener un hijo, en términos generales, el parto y la lactancia protegen contra el cáncer de mama a largo plazo. Hay dos formas en las que el embarazo ayuda a proteger contra el cáncer de mama: reduce el número de ciclos menstruales que una persona tiene a lo largo de su vida y permite que las células mamarias se desarrollen plenamente.  

Antes del embarazo, las células mamarias no están completamente desarrolladas, y es más probable que respondan al estrógeno o a sustancias químicas que imitan al estrógeno. Esto puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de mama positivo para receptores de estrógeno, que depende del estrógeno para crecer y dividirse. El embarazo y la lactancia modifican las células y los tejidos mamarios, haciendo que los pechos sean menos vulnerables al cáncer. 

Las tendencias de planificación familiar también están cambiando. La tasa de fecundidad en EE. UU. lleva disminuyendo desde finales de la década de 2010 y alcanzó su mínimo histórico en 2023. La gente también elige tener hijos más tarde. En el año 2000, las personas solían dar a luz a su primer hijo a los 24,9 años. En el año 2023, esa edad aumentó a 27,5 años.  Como cada vez más personas deciden tener hijos más tarde o no tenerlos, sus células mamarias permanecen sin desarrollarse durante más tiempo, lo que aumenta el riesgo de cáncer de mama. 

“Estamos viendo que son sobre todo los tumores positivos para receptores de estrógeno los que están aumentando en pacientes jóvenes”, dice la Dra. Megan Tesch, MPH, oncóloga especializada en cáncer de mama en el Instituto Oncológico Dana-Farber. “Así que factores como una menstruación más temprana, una menopausia más tardía, un retraso en la maternidad, o el hecho de no tener hijos encajan con esos hallazgos”.  

Nuestros comportamientos cotidianos han cambiado 

La forma en que comemos, hacemos ejercicio, dormimos y nos relajamos puede influir en nuestra probabilidad de desarrollar enfermedades como el cáncer de mama. En 2019, alrededor de un tercio de los casos de cáncer de mama en Estados Unidos estaban relacionados con hábitos como el tabaquismo, la falta de ejercicio y el consumo de alcohol. Estos comportamientos pueden estar aumentando en los más jóvenes. 

Consumo intensivo y excesivo de alcohol 

El alcohol aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de mama Hace que el cuerpo sea más propenso al cáncer al dañar el ADN, alterar los niveles hormonales y aumentar la inflamación. Aunque las actitudes en torno al consumo de alcohol están cambiando, desde mediados de la década de 2000, el consumo excesivo de alcohol ha aumentado entre las mujeres menores de 50 años, especialmente entre las que no tienen hijos y tienen mayores ingresos.

Ejercicio 

Hacer ejercicio, aunque sólo sea unas horas a la semana, reduce el riesgo de desarrollar cáncer de mama. Pero los estudios demuestran que, en general, la gente lleva una vida menos activa que antes. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan realizar 2,5 horas de actividad aeróbica a la semana y actividades de fortalecimiento muscular dos veces por semana. En 2020, el 80 % de las mujeres estadounidenses no cumplían estas recomendaciones semanales.

Dieta

En Estados Unidos, los hábitos alimentarios han cambiado drásticamente en el último siglo. En la actualidad, los estadounidenses comen más grasas saturadas, carnes rojas y alimentos ultraprocesados y menos frutas y verduras, cereales integrales y fibra. La mayoría de las dietas estadounidenses no cumplen las directrices federales sobre nutrición. En cada vez más lugares del mundo se adoptan dietas similares, lo que provoca un aumento de la obesidad. 

En 2022, 1 de cada 8 personas en todo el mundo padecía obesidad. La obesidad no parece aumentar el riesgo de cáncer de mama en los jóvenes, pero los alimentos que consumen podrían hacerlos más vulnerables al cáncer.  Un estudio de 2014 sugiere que las personas que comían más grasa animal en la edad adulta joven tenían un mayor riesgo de cáncer de mama de manifestación temprana que las que comían menos. Aun así, Tesch advierte de que “no hay suficientes pruebas definitivas” sobre la relación entre la dieta y el cáncer de mama de manifestación temprana.

“Sigo viendo a muchos pacientes que son jóvenes cuando se les diagnostica la enfermedad y son personas que llevan un estilo de vida muy sano: comen bien y hacen ejercicio todo el tiempo”, afirma Tesch. “Sigue siendo una incógnita. Me lleva a pensar que esto se debe a factores ambientales”.  

Nuestra exposición a sustancias químicas en el ambiente ha aumentado  

Las sustancias químicas con las que interactuamos a diario pueden estar relacionadas con el aumento de los casos de cáncer entre las personas más jóvenes. Las sustancias químicas procedentes del plástico, los pesticidas y los cosméticos “son extremadamente comunes y pueden encontrarse en el aire, el agua y los alimentos”, afirma la doctora Katie O'Brien, científica del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental. 

Algunas de estas sustancias químicas, como el bisfenol A (BPA) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA), aumentan el riesgo de cáncer de mama al interferir con las hormonas de nuestro cuerpo, como los estrógenos. 

La exposición a la contaminación atmosférica también puede ser un factor de riesgo para desarrollar cáncer de mama, ya que los contaminantes atmosféricos pueden ser absorbidos por el tejido mamario y contribuir a que las células mamarias se vuelvan cancerosas. Las personas que viven en zonas urbanas, cerca de fábricas o en lugares propensos a los incendios forestales están más expuestas a la contaminación atmosférica. 

Es necesario realizar más estudios. La mayoría de los estudios sobre la relación entre la exposición ambiental y el cáncer de mama se centran en mujeres que han pasado por la menopausia. “Aún nos queda mucho por aprender sobre los factores de riesgo ambientales del cáncer de mama, que probablemente desempeñan un papel en el aumento de casos que estamos observando en las mujeres jóvenes”, afirma O'Brien. Los estudios que registran “las exposiciones que se producen durante la pubertad, la adolescencia y los primeros años de la edad adulta, especialmente durante los años reproductivos de la mujer”, afirma, ayudarán a los científicos a determinar las posibles causas del cáncer de mama en las personas jóvenes.

Qué puedes hacer

Tesch subraya que es importante que los jóvenes sean conscientes de los distintos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama y hagan lo posible por reducirlo. “Siempre animo a la gente a hacerse análisis genéticos para ver si tienen predisposición al cáncer de mama”, dice. Dado que muchas jóvenes no cumplen los requisitos para someterse a mamografías anuales, “es muy importante que defiendan su posibilidad de hacerse este estudio cuando noten un cambio en sus mamas”.