La historia de Deborah: El COVID retrasó mi diagnóstico, pero triunfé
Deborah H Killeffer is a Breastcancer.org Community member in Pembroke, Massachusetts, USA.
Mi iniciación a una nueva vida como paciente de cáncer comenzó el Día de la Madre de 2022. Ese día, estábamos disfrutando de una reunión familiar. Fue una sorpresa que el patólogo me llamara y me informara que la biopsia que me habían hecho antes había dado positivo: tenía cáncer de mama triple negativo. Me dijo que era un carcinoma ductal invasivo, de grado 3, en estadio II. Me dejó sin aliento, y nuestra familia tuvo que reacomodar los festejos del Día de la Madre.
No había podido hacerme la mamografía a tiempo, debido a las restricciones por el COVID, y mi trabajo había sido eliminado a causa de los recortes presupuestarios que provocó la pandemia. También había estado lidiando con un intenso ataque de ciática, esperando que se fuera por sí solo. Pero no cedió, y recibir un diagnóstico como este me hizo sentarme con bastante rapidez.
El patólogo me derivó sin demoras al Instituto Oncológico Dana Farber de Boston. Durante mi primera cita con el jefe de Oncología, me dijeron que, antes de empezar la quimioterapia, tenía que solucionar el ataque de ciática. Un oncólogo muy sabio hizo esta sugerencia, pues sabía lo brutal que iba a ser el plan de tratamiento. Me hicieron a una fusión espinal en el Hospital General de Massachusetts en junio. La operación fue un éxito, y fui bendecida con una recuperación rápida y satisfactoria.
Cuatro semanas después de la operación de columna, empecé la quimioterapia. Me sometí a la quimioterapia KEYNOTE‑522 en tratamientos semanales durante seis meses completos. Solía tener muchas ganas de rendirme, pero encontraba la razón para continuar y seguía adelante. A mitad del tratamiento, una ecografía reveló que uno de los tumores se había disuelto por completo, y el más grande había reducido su tamaño a la mitad. Estas noticias alentadoras me dieron la determinación para seguir adelante. Fue muy difícil. Creo que los cálculos renales y dar a luz fueron un pícnic en comparación con la quimioterapia. Todavía estoy agradecida al oncólogo que insistió en que era necesario solucionar el ataque de ciática antes de empezar un régimen de quimioterapia.
Durante la quimio, los médicos insistieron en que redujera al mínimo el contacto con la gente, incluidos familiares y amigos. El aislamiento fue un calvario, sobre todo después del cierre por el COVID, y perdí contacto con nuestros ocho nietos y nuestros tres hijos adultos. Tuvimos algunas reuniones por Zoom, pero no fue lo mismo que un abrazo cálido.
Además, los múltiples efectos secundarios de la quimioterapia resultaron ser un gran reto. En algún momento del proceso, se produjeron embolias pulmonares, y me internaron rápidamente en Cuidados Intensivos en el Hospital South Shore durante una semana. Este contratiempo fue, cuando menos, inesperado.
El adorable Día de San Valentín de 2023, el Dr. Barbie me realizó con éxito una operación mamaria. El informe patológico incluyó un segundo tipo de cáncer dentro del tumor original, lo cual fue un acontecimiento inesperado: positivo para receptores de estrógeno y progesterona. Esto requerirá medicación oral durante cinco años para ayudar a reducir las probabilidades de recurrencia.
Un mes después de la operación, empecé un régimen diario de radiación durante cuatro semanas que transcurrió sin problemas.
Viendo este último año en retrospectiva, no soy la persona que era doce meses atrás. Estos acontecimientos me han hecho pensar de manera más objetiva en la fragilidad de la vida, en la dependencia que tenemos de una buena atención médica y en la necesidad de vivir plenamente cada día. Mi corazón se ha preocupado más por los dolores del mundo, y mi fe tiene raíces más profundas. Físicamente, me he sentido agotada la mayor parte del tiempo; pero, con el increíble apoyo de mi esposo, mi familia y una nueva amistad que también ha luchado contra el cáncer, ha sido una bendición.
No dejo de agradecerles siempre a las personas que se preocupan por los pacientes oncológicos y por su amable ayuda de muchas maneras para sacarnos adelante. Este proceso de giros inesperados ha sido duro, pero desde lo más profundo de tu ser y gracias al amor y la preocupación de los demás, eres capaz de mantenerte firme y no flaquear ante la presión. Creo que la conciencia diaria de gratitud por algo grande o pequeño alejará la amargura de la tristeza. A menudo pensaba en la bendición que tenemos en este proceso, que incluye a personas que han aceptado participar en ensayos clínicos o personal médico y de enfermería que realmente quiere que nos pongamos bien. Para mí, el componente de humor ha sido el plus de mis experiencias, y aliento a todas las mujeres a que vean cómo la risa también las ayuda en su camino.