La historia de Kim: Mi instinto me dijo que había algo más detrás de una infección
Kim Robinson es miembro de la comunidad Breastcancer.org en Symrna, Tennessee, EE. UU.
Recibí un diagnóstico de cáncer de mama por una mastitis. Llevaba mi día con normalidad y, de repente, sentí dolor en la mama. Esa noche estaba dolorida y roja. Empecé a buscar en Google y encontré información sobre los síntomas del cáncer de mama inflamatorio, y eso me llamó la atención. Al día siguiente fui a ver a mi ginecóloga. Después del examen, me dio cita con un especialista en mamas y me mandó al lado para hacerme una mamografía. El radiólogo leyó los resultados y me dijo que tenía mastitis y me recetó antibióticos. Le hice algunas preguntas sobre el cáncer de mama inflamatorio y me dijo que no creía que fuera eso.
Los antibióticos eliminaron rápidamente el enrojecimiento y el dolor. Realmente era mastitis. Lo extraño era que, aunque mi mama tenía un aspecto normal, no la sentía normal. A falta de una forma mejor de describirlo, se sentía como el tipo de vibración que se produce al tararear. Era muy consciente de ello y sabía que algo no iba bien.
Dos semanas más tarde, vi a la especialista en mama. Dijo que todo parecía normal y que los antibióticos no eliminarían el cáncer. Le dije que, sin duda, algo estaba mal porque mi mama había estado zumbando. Me miró como si estuviera un poco loca. Me dijo que mis mamas eran densas y que por eso podía solicitar una resonancia magnética, pero que el seguro podría denegarla. La resonancia magnética mostraría cualquier cosa benigna o maligna y probablemente lo que sentía se debía a la mastitis. Era la primera vez que me decían que tenía las mamas densas.
Mi seguro aprobó la resonancia magnética, en la cual apareció una zona de interés. Me programaron una biopsia guiada por ecografía. Mi médico me dijo, de nuevo, que creía que la zona se debía a la reciente infección de mastitis. Esperaba que tuviera razón. Cuando fui a la cita para realizarme la biopsia, me hicieron primero una ecografía y no pudieron ver la zona que necesitaban biopsiar. Me informaron de que tendría que someterme a una biopsia guiada por resonancia magnética para localizar la zona.
Llevaba semanas esperando la biopsia, por lo que pensé que podían hacérmela ese mismo día, pero me dijeron que tendría que reprogramarla. Pasaron casi cuatro semanas cuando me dieron cita para la siguiente biopsia. Antes de mi cita, el radiólogo me dijo que creía que lo que había detectado la resonancia magnética se debía muy probablemente a la infección de mastitis. Dos días después, me llamaron del consultorio de mi médico y me dijeron: “Tu perseverancia ha dado sus frutos. Tienes cáncer de mama”.
Fue un proceso de casi 10 semanas para confirmar lo que ya sabía.
Tuve mucha suerte de que me detectaran el cáncer tan pronto, en el estadio IA, y no en los ganglios linfáticos. No me hacía una mamografía cada año como debía.
El dolor causado por la mastitis es la razón por la que me hice una, por lo que, sin ese dolor, podría haber pasado otro año antes de que me tomara la molestia de hacerme una mamografía. Ahora me doy cuenta de que, con la densidad de mis mamas, lo más probable es que una mamografía, o incluso una mamografía 3D, no lo hubiera detectado hasta que fuera mucho más grande. Cualquier persona a la que le digan que tiene mamas extremadamente densas debería hablar con su médico sobre realizar pruebas adicionales, como ecografías o resonancias magnéticas combinadas con una mamografía 3D.
Después vinieron todas las decisiones. Elegí la lumpectomía porque mi tumor era muy pequeño. Me parecía que una mastectomía doble era extrema y, en aquel momento, no me atrevía a hacérmela. Me di cuenta de que me haría revisiones cada seis meses durante dos años que constaban de una mamografía 3D alternada con una resonancia magnética con contraste. De lo que no me di cuenta es del efecto que esas detecciones constantes tendrían en mi salud mental.
Al cabo de dos años, me encontré un bulto. Llegó el momento de mi mamografía 3D y no mostró nada. Me hicieron una resonancia magnética con contraste que mostró que el bulto era del tamaño de un limón pequeño, que no había sido detectado en la mamografía 3D. Cuando vi la imagen, se me cayó el corazón. Afortunadamente era benigno. Decidí realizarme una mastectomía profiláctica doble porque sabía que la densidad de mis mamas seguiría siendo un problema.
Primero, hice la reconstrucción con implantes y, tras tener problemas con ellos, me explanté y me hice colgajo DIEP en 2019. Después de saber qué se siente con ambos tipos de reconstrucción, el colgajo DIEP fue la elección correcta para mí. Hace casi ocho años que oí las palabras: “Tienes cáncer de mama”. Contar mi historia me lleva de vuelta como si fuera ayer. No sé si alguna vez superaré el cáncer, pero de algún modo me sobrepuse.
Hace poco hice un viaje de chicas con algunas hermanas de la lucha contra el cáncer de mama que conocí en los grupos de apoyo en línea. Algunas terminamos nuestro recorrido de reconstrucción haciéndonos tatuajes de pezones en 3D. Fue una gran experiencia de unión con mujeres a las que considero amigas para toda la vida. Conectar con otras personas que realmente entienden ha sido una parte muy importante de la curación. ¡Tenemos el peor club con las mejores socias!