La importancia de la diversidad en los estudios clínicos sobre el cáncer de mama
Los estudios muestran que la participación total en ensayos clínicos oncológicos es baja, y la participación de las personas de color es todavía más baja. Se cree que, en parte, este es el motivo por el cual las mujeres de grupos minoritarios (en especial las de raza negra) con cáncer de mama obtienen peores resultados que las mujeres blancas. Una estrategia para ayudar a reducir estas disparidades relacionadas con el cáncer de mama es incrementar la diversidad en los estudios clínicos. En el podcast, la Dra. Fayanju explicará lo siguiente:
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por qué es importante la diversidad en los ensayos clínicos
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cuáles son algunas de las barreras que impiden que las personas de color se inscriban en estudios clínicos y cómo se pueden superar
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cómo habla con sus pacientes acerca de los ensayos clínicos
La Dra. Fayanju es profesora adjunta de la cátedra Helen O. Dickens Presidential y jefa de cirugía mamaria de Penn Medicine, perteneciente a University of Pennsylvania Health System en Filadelfia, PA.
— Se actualizó por última vez el 26 de mayo de 2023, 16:06
Jamie DePolo: Hola, gracias por escucharnos. Nuestra invitada de hoy es la Dra. Fayanju, profesora adjunta de la cátedra Helen O. Dickens Presidential de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, donde también se desempeña como jefa de cirugía mamaria en Penn Medicine. Además, es directora quirúrgica del Centro Mamario Rena Rowan. La investigación de la Dra. Fayanju se centra en las disparidades de salud, las variantes agresivas del cáncer de mama y en cómo mejorar los valores en la oncología. Su investigación cuenta con el financiamiento de los Institutos Nacionales de la Salud, y sus artículos han sido publicados en distintas revistas, como Annals of Surgery, Cancer y JAMA.
Los estudios muestran que la participación total en ensayos clínicos oncológicos es baja, y la participación de las personas que se identifican como pertenecientes a otra raza que no sea la blanca es todavía más baja. Se cree que, en parte, este es el motivo por el cual las mujeres de grupos minoritarios (en especial las de raza negra) con cáncer de mama obtienen peores resultados que las mujeres blancas. Una estrategia para ayudar a reducir estas disparidades relacionadas con el cáncer de mama es incrementar la diversidad en los estudios clínicos. Hoy nos acompaña la Dra. Fayanju para hablar sobre la importancia de la diversidad en los ensayos clínicos y sobre cómo se pueden superar algunas de las barreras que impiden que las personas se inscriban en estudios clínicos.
Dra. Fayanju, bienvenida de vuelta al podcast. Me encanta que hablemos nuevamente y quería felicitarla por sus nuevos nombramientos en UPenn.
Dra. Lola Fayanju: Muchas gracias. Encantada de estar aquí.
Jamie DePolo: Comencemos. ¿Puedo pedirle que nos explique por qué realmente es tan importante tener una participación más diversa en los estudios clínicos sobre cáncer de mama?
Dra. Lola Fayanju: Bueno, a medida que desarrollamos ensayos clínicos o los dispositivos o medicamentos que examinamos en esos estudios, queremos asegurarnos de que los resultados que obtenemos, que las conclusiones que sacamos a partir de esos ensayos, se apliquen a tantas personas de la población como sea posible. Y eso se logra asegurándonos de que, en la mayor medida que sea posible, la cohorte de los ensayos refleje nuestras poblaciones de pacientes. Cuanto menos suceda, más inquietudes pueden surgir en torno a que, por distintos motivos, no podemos confiar en obtener los mismos resultados en personas de distintos orígenes que no están representados en los estudios.
Esto se debe a que, por ejemplo, algunas veces, hay ciertos subtipos de enfermedades que son, digamos, más frecuentes en ciertos grupos. Y así sabemos que las vías o mecanismos en los cuales se desarrolla la enfermedad también pueden ser más frecuentes en esos grupos. Entonces, si la intervención que estamos estudiando no aborda específicamente esa vía, es posible que las personas que forman parte de los grupos en los cuales esa vía es más frecuente tengan menos posibilidades de obtener beneficios con esa intervención generalizada.
Además, podemos aprender más sobre la fisiopatología del cáncer y otras enfermedades si tenemos una participación diversa. Porque, si nos aseguramos de lograr una representación adecuada de las personas en las cuales una variante particularmente más agresiva es más frecuente, podremos aprender más sobre la manera en que esa enfermedad evoluciona en general. De esta manera hemos aprendido lecciones sobre el cáncer de próstata y que sus variantes más agresivas son más comunes en hombres de ascendencia africana. Llevar adelante investigaciones sobre esas variantes ha arrojado luz en la fisiopatología del cáncer de próstata en general, lo que nos ha permitido atacar polimorfismos de nucleótido único (o SNP, por su sigla en inglés) que pueden ser más frecuentes en esas variantes y a su vez estas pueden ser potenciales objetivos de tratamiento. Esa es la segunda razón por la cual la participación es importante.
Y la tercera es que la diversidad engendra diversidad. O sea, si tenemos estudios con más diversidad, es más probable que las personas que puedan estar interesadas en participar en un ensayo confíen en aquellos que incluyen y tratan bien a las personas que se parecen a ellas.
Por todos esos motivos; es decir, para mejorar la capacidad generalizada de los resultados de los ensayos; para aprender más sobre la fisiopatología de las variantes más agresivas que pueden ser más frecuentes en poblaciones diversas; y, por último, para garantizar la fiabilidad en el sector médico respecto a los ensayos, que, a su vez, puede alentar a participantes diversos a unirse a los estudios clínicos porque ven personas semejantes a ellos que ya están inscritas. Por todas esas razones es importante tener una participación más diversa en los estudios clínicos en general y, en particular, en los de cáncer de mama.
Jamie DePolo: Muy bien, gracias. Gracias, es muy buena información. Ahora quisiera hablar acerca de algunas de las barreras sobre las que he leído que impiden que las personas participen en estudios clínicos. Entonces, me gustaría que mencionáramos una y, luego, quizás que nos explique por qué existe esta barrera o cómo se desarrolló, y de qué manera usted cree que se están implementando estrategias para superarla. La primera es una que mencionó en su respuesta a la primera pregunta: desconfianza en el sistema médico o miedo a que alguien sea explotado. He visto que eso sucede o me he enterado de eso, mejor dicho, en varios estudios.
Dra. Lola Fayanju: Se sabe que esto es algo que se dice frecuentemente, no solo para explicar por qué hay menos diversidad en los estudios clínicos, sino también para justificar por qué las personas de color pueden ser más reacias a aprovechar las innovaciones en la medicina, incluida la vacuna contra la COVID‑19. Y lo que argumentaría es que debemos reescribir el guion cuando hablamos de desconfianza de pacientes y pensar más en fiabilidad del sistema. Es decir, ¿qué ha hecho el sistema médico para justificar la confianza, para ganarse la confianza de las poblaciones que, históricamente, han sido explotadas? Se suele citar el experimento Tuskegee, que quizás no muchos conozcan. Es algo que involucró a hombres negros con casos conocidos de sífilis a quienes no se les brindó tratamiento para la enfermedad durante años para que los científicos pudieran observar el progreso natural de la sífilis, a pesar de que, en ese momento, había un tratamiento antibiótico conocido.
Y realmente fue una de esas cosas en las que la idea era ver qué sucedía, porque era posible. Estas personas padecían sífilis secundaria o terciaria, y muchos pueden desconocer que esa enfermedad implica un deterioro neurocognitivo increíblemente debilitante y doloroso, que estos hombres sufrieron y por el cual murieron, porque deliberadamente les negaron el tratamiento para una afección que era tratable.
Así que Tuskegee suele ser el motivo por el cual las personas les temen a los ensayos clínicos, pero deben darse cuenta de que la desconfianza de la gente no tiene que ver tanto con Tuskegee —aunque sea la razón que mencionan—, sino con la manera en que se trata a las personas en la actualidad. La verdad del asunto es que sigue habiendo un racismo sistémico en toda la profesión médica, tanto reconocido como no reconocido.
Los pacientes están al tanto de las situaciones en que no los tratan de manera equitativa. Saben cuándo es menos probable que reciban ciertos tipos de tratamiento porque se presume que no los van a cumplir. Así que, sí, hay cierto nivel de desconfianza médica entre los pacientes de color que está justificada, no solo por sucesos históricos, sino también por hechos del presente y por el tratamiento que reciben muchos de ellos en la actualidad. Debemos trabajar no tanto en hacerles ver el lado erróneo de ese concepto de desconfianza sino en garantizar que nos hemos ganado el derecho de que confíen en nosotros.
Jamie DePolo: Gracias por la aclaración. Otra barrera sobre la cual leí es que no están al tanto de los ensayos. Y creo que hubo un estudio, no sé si es nuevo o es que yo lo leí recientemente y no es nuevo, en el cual se informaba que los médicos suelen sugerir ensayos clínicos con menos frecuencia a pacientes de color.
Dra. Lola Fayanju: Sí, es muy importante lo que mencionas. Sí, lo de la falta de conocimiento frente a la no divulgación deliberada es un asunto un tanto confuso. Para empezar, tengo que insistir en que muchos médicos no están al tanto ellos mismos sobre los ensayos para los cuales sus pacientes son elegibles. Por eso, a menudo, si un paciente no está vinculado con un ensayo, esto no se debe tanto a la voluntad deliberada del profesional médico de no conectarlo con un ensayo que podría beneficiarlo, sino a que, con frecuencia, el oncólogo (o, más probablemente, el médico de cabecera) puede no saber que ese ensayo existe. Eso es algo en lo que debemos trabajar, en que los médicos estén más al tanto de los ensayos, para empezar y, para seguir, en que estén más atentos a ponerlos a disposición de sus pacientes.
Del lado de los pacientes, también puede haber falta de conocimiento sobre los estudios clínicos disponibles para ellos, porque es menos probable que los pacientes de color provenientes de entornos socioeconómicos bajos busquen ensayos. Es menos probable que consulten en Google o les pregunten a sus amigos sobre estudios clínicos para los cuales pueden ser elegibles. Lo que he visto a través de mi trabajo en centros médicos académicos es que cada vez más personas con recursos a su disposición llegan a los centros médicos en busca de un ensayo en el que podrían participar. Y ese tipo de autonomía no es algo que vemos tanto en ciertas comunidades. Así que creo que debemos trabajar en esa falta de conocimiento, tanto entre profesionales médicos como entre pacientes que pueden tener menos recursos y menos vínculos con la comunidad médica en general.
Jamie DePolo: Bien. Muy bien, gracias. Y voy a agregar, aparte, que sé que muchísimos grupos han tratado de que la búsqueda de estudios clínicos se vuelva menos confusa. Pero hay tantos parámetros y tantas cosas que se permiten y que no se permiten que, incluso para alguien entusiasta y dedicado, sería muy difícil no confundirse al tratar de descifrar qué ensayo podría ser más adecuado para esa persona.
Dra. Lola Fayanju: Por supuesto. Soy madre de dos chicos, y me entusiasmaba la idea de que ellos participaran en un ensayo para la vacuna contra COVID‑19. E incluso como médica, me costó mucho encontrar información sobre qué centros aceptaban pacientes y estaban disponibles para ellos por su edad y en nuestra región. Así que, encontrar un estudio clínico para el cual puedas ser elegible es todo un desafío, y vimos que era así incluso en relación con la investigación de la vacuna contra COVID‑19. Ha sido realmente muy difícil garantizar la diversidad en estos estudios en cierto nivel; en especial, en los ensayos de fases tempranas, porque era un privilegio al que solo unos pocos podían acceder por cuestiones de tiempo, disposición, oportunidad y capacidad de acceso al centro de inscripción del estudio.
Jamie DePolo: Muy bien, gracias. Ahora, lo otro que he leído es una cuestión de logística básica. Alguien que vive muy lejos de un centro. Alguien que no puede acercarse al centro con la frecuencia que se requiere. Para mí, parece una barrera realmente difícil de superar, porque muchos de los estudios se llevan a cabo en centros médicos académicos.
Dra. Lola Fayanju: Sí. Creo que uno de los desafíos de los estudios clínicos es que los protocolos no siempre son fáciles, aunque nos esforcemos por lograr que sí lo sean. No siempre están diseñados pensando en la comodidad y tranquilidad del paciente. Sí es algo en lo que estamos trabajando cada vez más, porque realmente queremos asegurarnos de que lo que sea que estemos investigando vaya a ser usado en circunstancias de fase IV en el mundo real. Así que es algo a nuestro favor, para garantizar que lo que sea que estemos investigando llegue a su punto óptimo. Debemos asegurarnos de que las circunstancias en las que se usen se adecúen a las vidas diarias de los pacientes y su experiencia clínica.
En términos de logística, que es una cuestión de... Muchas personas de color de hecho viven en áreas que no están distantes geográficamente de estos tipos de centros académicos donde, a menudo, se realizan estudios clínicos. Y, como sabemos, la proximidad geográfica y de experiencias no son iguales. Entonces, aunque vivas cerca de un centro donde se realice un ensayo y técnicamente puedas llegar al lugar para inscribirte, la pregunta es: ¿el ensayo se realiza o las cosas que tienes que hacer suceden en momentos del día en que puedes acercarte al lugar? Si eres una persona que trabaja por turnos, es posible que no tengas la flexibilidad para ausentarte y acudir a una consulta en mitad del día. Probablemente no puedas atender llamadas telefónicas de los coordinadores de investigación clínica durante el día. Entonces, ¿qué podemos hacer para que los estudios clínicos les sirvan a las personas a las cuales apuntan?
Uno: tenemos que asegurarnos de que los protocolos se desarrollen teniendo en cuenta el gran abanico de personas y las profesiones que pueden tener, así como los desafíos asociados a la participación en ensayos clínicos, como acceso a cuidado de niños y traslados.
Dos: tenemos que esforzarnos para cerciorarnos de que los estudios clínicos se lleven a cabo en distintos tipos de hospitales; cuanto más distintos entre ellos, mejor. Y eso significa no solamente centros académicos urbanos y hospitales comunitarios en zonas urbanas y suburbanas, sino también, y más específicamente, hospitales comunitarios que prestan servicio a grupos subrepresentados. Así que, en particular, trabajar con centros que puedan estar situados en hospitales o clínicas de salud que reciben fondos federales. Lugares en los cuales sea más probable ver personas para quienes esos centros representan el verdadero tipo de hogar confiable de atención primaria y no el centro académico en el cual esos ensayos se pueden originar.
Entonces, en relación con la logística, tenemos que pensar en momentos oportunos, tenemos que pensar en acceso y tenemos que pensar, repito, en que la proximidad geográfica se refleja en la proximidad de experiencias.
Jamie DePolo: Bien. Ahora, quisiera que abordáramos algunos temas que, en cierta manera, están conectados: el costo financiero de participar en un ensayo y las cuestiones de seguro. Porque sé que algunas personas han tenido problemas, según el grupo de investigación que les tocaba en el ensayo, no estaban seguras de si el seguro iba a pagar ese tratamiento si era el estándar de atención. No sabían si iban a tener que tomarse días de licencia y no les iban a reembolsar la participación en el ensayo. No estaban seguras de que el seguro les fuera a cubrir algo. Esas parecen ser cuestiones muy difíciles de superar.
Dra. Lola Fayanju: Estoy de acuerdo. Y, se sabe que... creo que una de las cosas realmente desafiantes del aspecto financiero de la atención sanitaria en los EE. UU. es, francamente, que tenemos muchos costos escondidos tanto en el pago directo del tratamiento que recibimos, como en los costos invisibles para el sistema de salud con los que se topa el paciente; por ejemplo, como mencionaste, el tiempo que no se trabaja porque hay que acudir a consultas y hacerse procedimientos y análisis, etc., así como los costos asociados al pago del estacionamiento o el cuidado temporal de niños o los traslados adicionales, además de todo lo relacionado con que la persona que te acompaña en todos los procesos tampoco está yendo a trabajar.
Asimismo, en relación con los ensayos clínicos, estamos intentando lograr un equilibrio entre brindar incentivos que no se interpreten como con potencial de explotación; es decir, el tipo de incentivo que alentaría a una persona con menos medios a posiblemente querer participar en algo que quizás no es óptimo para ella y que puede ser más arriesgado que lo ideal, sin dejar de abordar las necesidades que describí antes. Y ese es el costo oculto y conocido asociado a la participación en los estudios. Cada vez más, cuando presupuestamos los ensayos y solicitamos subsidios para ellos, pensamos detenidamente de qué manera podemos contabilizar estos costos invisibles. Ya sea con pagos directos a los pacientes para abordar los costos de su participación o con contribuciones en especie que minimicen la medida en que los pacientes tienen que pagar esto de su bolsillo.
Jamie DePolo: Bien. Y, luego, lo último sobre lo cual he leído es la falta de diversidad entre profesionales clínicos y de investigación. Y eso está muy relacionado con lo que mencionó al principio: si no veo a nadie que se parezca a mí a cargo de este ensayo, ¿por qué querría participar? Y sé que es algo que no se puede solucionar rápidamente.
Dra. Lola Fayanju: Y eso es exactamente correcto. Creo que el problema de la diversidad entre profesionales clínicos de investigación es un asunto importante. Con respecto a ver diversidad entre las personas que te aceptan en un ensayo, creo que lo que no valoramos es que hay muchos tipos de personas que se cruzan con un paciente a lo largo del estudio clínico. Está el personal de la recepción. Asistentes médicos que revisan los signos vitales. Personal de enfermería que los revisa y se encarga de sus medicamentos. Puede haber profesionales médicos de práctica avanzada que realizan la evaluación inicial y, también, médicos que brindan asesoramiento e información sobre el tratamiento que pueden llevar a la toma de decisiones compartida. Y también está, para las personas que pueden ser elegibles para los ensayos, el rol del coordinador de investigación clínica. Así que, en cada paso, cada persona en ese proceso representa un punto de acceso para comprender qué tipo de estudio clínico podría estar disponible para un paciente.
Y por ende, a menudo hay más diversidad en el personal de recepción y enfermería, y en los asistentes médicos —hasta quizás en los coordinadores de investigación clínica— que entre los médicos y profesionales clínicos de práctica avanzada. Una cosa que podemos hacer es asegurarnos de que todas las personas involucradas en el proceso, desde la admisión hasta el alta, estén al tanto del consentimiento o de dar a conocer los estudios clínicos a los pacientes. Una cosa que se puede hacer es tener un consentimiento universal, que es que, al principio, cuando el paciente se encuentra en la admisión, alguien pueda decir: “Este es un centro académico donde se realizan ensayos clínicos, ¿le interesaría que se comuniquen con usted para contarle sobre un estudio clínico para el que pueda ser elegible?”. Y, así, esa persona podría plantar la semilla que comience a alentar a la gente a pensar en si estaría dispuesta a participar en un estudio específico o a que se comuniquen con ella al respecto.
Además, obviamente, tenemos que trabajar en tener más diversidad entre los médicos e investigadores que dirigen los estudios. Y eso es algo en lo que sé que los [Institutos Nacionales de la Salud] están trabajando activamente, al igual que distintas organizaciones profesionales. Sé que el Instituto Nacional del Cáncer ha solicitado aportes de distintas organizaciones profesionales, como una de las mías, la Sociedad de Oncología Quirúrgica, respecto a cómo lograr más diversidad entre la población científica, incluidos los científicos clínicos y, por lo tanto, todas las personas involucradas en el desarrollo del ensayo clínico.
Otra cosa que podría ser realmente importante es cerciorarse de que los médicos, investigadores y coordinadores de investigación clínica diversos que tenemos estén involucrados activamente en la llegada a la comunidad. Lo que significaría que asistan a iglesias y eventos comunitarios, que hablen en seminarios web sobre lo que representa participar en un ensayo clínico... Pensamos que, si quienes están viendo se topan con personas diversas hablando sobre estudios clínicos, explicando y, de alguna manera, desmitificando lo que significan, entonces sería más probable, repito, que se muestren más proactivos a buscar ensayos y más receptivos a ellos cuando ya saben de qué se trata.
Puede haber muchas maneras de abordar la falta de diversidad. Una, como dije, es asegurarse de que en el cuerpo médico tengamos personas que estén más atentas a la diversidad en los ensayos clínicos, a que formen parte de las clases de familiarización para pacientes. Dos, asegurándonos de que trabajamos para tener personal diverso involucrado en el desarrollo de los estudios clínicos; es decir, investigadores y médicos. Y, tres, hacer que todos los individuos diversos de todas las jerarquías participen en los esfuerzos de alcance comunitario, para que los estudios clínicos sean más transparentes y la comunidad los perciba como algo más accesible. Esas son todas las cosas que podemos hacer para abordar la cuestión de la diversidad.
Jamie DePolo: Bueno, todas suenan factibles. ¿Existen otras barreras que haya identificado en su investigación y sobre las cuales no hayamos hablado aún?
Dra. Lola Fayanju: Una cosa que, de hecho, es muy importante es el papel de los defensores de los intereses de los pacientes en los estudios clínicos. Por eso, muchas de las organizaciones oncológicas cooperativas de distintas partes del país tienen grupos sólidos y pujantes de defensoría de intereses de los pacientes que asisten a nuestras reuniones, participan en el desarrollo de los ensayos y brindan sus opiniones sobre protocolos y evaluaciones sobre efectos secundarios. Y esos defensores de intereses de los pacientes han sido una parte increíblemente importante del proceso de lograr que los ensayos clínicos estén más centrados en los pacientes.
Diré, sin embargo, que estos defensores tienden a ser un grupo relativamente privilegiado y con buenos recursos, predominantemente blanco, y no me sorprende, porque es típicamente una función no remunerada en la cual los voluntarios vuelan por su cuenta para asistir a las reuniones de las organizaciones cooperativas, como en el pasado, o se conectan desde su casa para hacerlo virtualmente, para dedicar tiempo durante el día y, algunas veces, de su tiempo libre a participar en estos protocolos. Y así, cooperar con investigadores, que conlleva un tiempo que, las personas que tienen otros empleos, a menudo, no tendrán; como tampoco tendrán los recursos para asistir a estas reuniones. Creo que, una cosa en la que realmente debemos trabajar es en diversificar el grupo de defensores de intereses de los pacientes. Creo que esa es otra manera de promover la diversidad en las investigaciones.
Jamie DePolo: Tiene sentido. ¿Cree que una o más de una de las barreras sobre las que hablamos es tan poderosa como para lograr que las personas no se involucren en los estudios clínicos? Lo que digo, en otras palabras, es: si podemos arreglar o superar una o dos de estas barreras, ¿eso ayudaría mucho?
Dra. Lola Fayanju: Creo que lo más importante es el tipo de problemas relacionados entre sí, la falta de conocimiento sobre los ensayos clínicos, tanto por parte de profesionales médicos como de pacientes, y ganarse la confianza en el sistema. Es que para empezar tenemos que poner a los pacientes al corriente de los estudios clínicos y, luego, debemos lograr que confíen en nosotros lo suficiente como para participar en ellos. Y creo que esas dos cosas juntas son realmente importantes.
La verdad del asunto es que, como mencionó antes, a muchos pacientes nunca les informan sobre los estudios clínicos, y sabemos que, en forma desproporcionada, es más probable que a las personas de color se les informe todavía menos. Y parte de eso refleja, a menudo, el sesgo de los médicos que pueden asumir que el cumplimiento del tratamiento podrá ser difícil de conseguir o que no hay interés en el ensayo, y eso es algo que realmente debemos abordar. Debemos ver por qué los médicos recomiendan a alguien como “un buen candidato para el ensayo” y a otra persona no. ¿Qué sesgos se están poniendo en juego cuando tomamos esas decisiones?
Creo que, después de eso, también tenemos que trabajar con profesionales médicos diversos para asegurarnos de que estén informados sobre la mayor cantidad posible de ensayos clínicos. Una vez que hagamos eso, parte de lo que implica ganarse la confianza de los pacientes también será emplear el tipo correcto de lenguaje para explicar qué son los estudios clínicos. Sé que muchos pacientes han expresado sus preocupaciones por el proceso de aleatorización. Porque, desafortunadamente, el término “aleatorización” tiene como raíz la palabra “aleatorio”, y eso hace que las personas sientan que se está experimentando con ellas en lugar de sentir que son parte de un experimento. Las lleva a sentir que se está jugando a la ruleta rusa con sus vidas y que no hay una consideración profunda y real detrás de la decisión de en qué grupo del estudio terminarán participando. Por eso, una de las cosas en las que debería trabajar, en términos de desarrollar un lenguaje para un ensayo clínico y en la comunicación —la comunicación verbal—, es desmitificar el proceso de aleatorización y explicar por qué lo utilizamos.
Y el propósito de la aleatorización no es solo “cubrirse los ojos para ver qué sucede”. El motivo de la aleatorización es crear grupos equilibrados que estén tan balanceados, que tengan tanto en común y sean tan similares, que podamos aislar el efecto de la intervención que se está estudiando. La razón por la que lo hacemos aleatorio es para asegurarnos de que, en última instancia, haya alguien igual que tú recibiendo el otro tratamiento y, por lo tanto, si vemos una diferencia entre ambos, podamos estar relativamente seguros de que esa diferencia se debe a la intervención que estamos probando.
Así que creo que, una de las cosas en las que realmente debemos trabajar es en asegurarnos de que estemos empleando el lenguaje correcto para asesorar a los pacientes respecto de qué implica participar en un ensayo clínico, y que los clínicos conozcan ese lenguaje, para que ellos también puedan comunicar con eficiencia acerca de los estudios clínicos.
Jamie DePolo: Tiene mucho sentido. Debo decir, sin embargo, que leí mucho sobre este tema para prepararme para este podcast, y parece haber muchas estrategias, que han estado disponibles por un tiempo ya, para intentar que los ensayos clínicos sean más diversos. Pero no parece estar funcionando, porque se viene hablando sobre este problema hace muchos años... décadas. Así que me pregunto cuál es su opinión sobre eso. ¿Cree que hay alguna estrategia que se haya implementado y esté dando resultado?
Dra. Lola Fayanju: Creo que estamos en un momento clave de la medicina estadounidense. Se sabe que... creo que el lenguaje sobre las disparidades en la salud ha estado a disposición de todos por más de 20, 30 o 40 años. Pero diría que, en los últimos años, de muchas maneras, resaltado por el desproporcionado efecto que ha tenido la pandemia de COVID‑19 en las comunidades de color, las personas están empleando un discurso compartido sobre disparidad en la salud, racismo sistémico y la manera en que este último contribuye a dicha disparidad.
De hecho, investigué las publicaciones de la New England Journal of Medicine y, antes de julio de 2020, habría sido muy difícil oír o ver la frase “racismo sistémico” publicada allí. Y ha habido un aumento exponencial del uso de esos términos en la investigaciones que se están publicando en una de las revistas más importantes del mundo. Y creo que eso refleja el hecho de que, ahora, hay un impulso por abordar esas barreras que han existido por años, pero, a menudo, se han mantenido en las sombras.
Creo que, finalmente, vamos a ver cómo las estrategias paralelas de las que hemos hablado van tomando forma para ayudarnos de manera sinérgica. Gradualmente estamos consiguiendo que los trabajadores de la atención sanitaria sean de orígenes diversos. Poco a poco, logramos nombrar el sesgo sistémico e intentamos abordarlo no solo como individuos, sino también como sistema. ¿De qué maneras perpetuamos quién se queda por fuera de ciertos tipos de atención y oportunidades clínicas? Ahora estamos pensando activamente en cómo diversificar los grupos de defensores de intereses de los pacientes y cómo lograr que los ensayos clínicos estén más centrados en los pacientes. Y hay programas exitosos como Just Ask, que se acaba de lanzar en Duke, la institución en la que solía estar yo, liderado por Nadine Barrett, que es una socióloga médica y profesora de Duke que ha trabajado en un programa que realmente les acerca los estudios clínicos a los pacientes y a las personas. Esto ha permitido que llegue más información sobre ensayos clínicos a los miembros de la comunidad y, al mismo tiempo, desarrollar publicaciones acordes a los tipos diversos de personas.
Así que creo que el programa de la Dra. Barrett es realmente exitoso, ha ayudado mucho a mejorar el compromiso del sistema médico de Duke con los ensayos clínicos y es un ejemplo de cómo eso se puede llevar a otros centros académicos. Pero, reitero, creo que estamos en un momento importante en la atención sanitaria en la que hay suficiente interés y suficientes estrategias paralelas implementadas que nos permitirán ver cambios significativos en la próxima década.
Jamie DePolo: Bien. Como directora de ensayos clínicos, quisiera preguntarle cómo habla con sus pacientes acerca de los estudios clínicos. Con mucha elocuencia se explayó sobre la palabra "aleatorización" y de qué manera puede ser un problema. ¿Hay otras cosas que cree que deben explicárseles mejor a los pacientes? Lo que me pregunto es cómo aborda a los pacientes en relación con los estudios clínicos.
Dra. Lola Fayanju: Además del lenguaje sobre aleatorización que utilicé antes, también intento explicarles cuál es el objetivo del estudio. Es decir, comenzamos los estudios con equiponderación; lo que significa que tenemos una sospecha, una esperanza, una hipótesis de que hay una alternativa que es mejor que lo que tenemos ahora, pero no lo sabemos. Y, si lo supiéramos, no necesitaríamos un ensayo. Así que realmente hago énfasis en que los pacientes están contribuyendo al bien mayor cuando participan en estudios clínicos. Que, con su participación, podrían beneficiar a más mujeres u hombres como ellos, personas que son niños ahora o que están todavía por nacer. Recalco la equiponderación y el peso de su contribución. También intento hacer énfasis en que esta no es una oportunidad que ha estado disponible o se les ha ofrecido a las personas de color históricamente, y que podemos cambiar eso. Podemos lograr que, de ahora en adelante, los estudios clínicos sean mejores para nuestra comunidad.
Ahí tenemos: lenguaje y aleatorización. Y hablo muy francamente sobre el hecho de ayudarlos a personificar quién sería un candidato apropiado para ese ensayo y, si tuviera su afección o si mi madre la tuviera, me sentiría cómoda participando en el ensayo o haciendo que mi madre lo haga. Y soy muy honesta al respecto. También solicito a miembros diversos del personal que hablen con los pacientes sobre los ensayos. He tenido el privilegio de trabajar con excelentes coordinadores de investigación clínica que pueden hablar un idioma que sus pacientes entienden. Y, a menudo, les pido que se encarguen de parte del asesoramiento, porque creo que pueden causar un impacto y ayudar a los pacientes a entender los ensayos y, en última instancia, a participar en ellos. Algo que suelo comentarles a los pacientes es que tienen la oportunidad de abandonar el ensayo cuando quieran y, además, que muchos ensayos permiten distintos niveles de compromiso.
Algunas personas dicen: “¿Cómo se aleatoriza algo que, de ninguna manera, quiero hacer?”. Y yo siempre respondo que tienen la oportunidad de abandonarlo cuando quieran. Que no es una sentencia de encarcelamiento, que no queremos que lo sea. Queremos una participación activa y comprometida, y si eligen abandonarlo, sigue habiendo maneras de contribuir. Podemos seguir haciendo un seguimiento de ellos. Enviarles cuestionarios. Eso también contribuye a la ciencia. Y quiero enfatizar, además, que hay maneras en las cuales se puede estar más o menos involucrado en los ensayos clínicos y que siempre está la opción de irse. Empoderar a las personas para que sepan que pueden elegir en cualquier momento del proceso también es algo que ha sido muy importante y en lo que suelo hacer mucho énfasis.
Jamie DePolo: Todos han sido aportes muy valiosos. Muchas gracias, Dra. Fayanju. Ha sido muy útil, y espero que pueda abrir muchos ojos, para que las personas lleguen a ver la importancia de participar en un estudio clínico.
Dra. Lola Fayanju: Muchas gracias.
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