La historia de Cher: El cáncer me tomó por sorpresa
Cher es integrante de la comunidad de Breastcancer.org en Cincinnati, Ohio, Estados Unidos.
Las mujeres de mi familia viven para siempre. Bueno, no para siempre, claro, pero sí tienen vidas muy largas y fructíferas. Mi madre llegó a los 94, mi abuela, a los 92, y mi bisabuela pasó los 100. Las hermanas de mi madre vivieron más de 80 y 90 años. En mi ingenuidad, nunca se me cruzó la idea del cáncer de mama. Tenía unos genes fantásticos.
No, no era muy constante a la hora de hacerme la mamografía, pero me hice varias. Nunca había nada, excepto "tejido denso". Tengo la suerte de pasar la mayor parte del año viviendo en la playa, así que uso muchos trajes de baño y me ducho muy seguido. Me había estado recuperando de la COVID-19 y sentí un dolor puntual debajo del brazo que no había notado antes, pero lo descarté porque pensé que era un ganglio linfático inflamado debido a la COVID-19. Dos semanas después, seguía allí, más grande y más doloroso. En mi fuero más interno, supe en ese momento lo que era, pero, francamente, no me podía pasar a mí. Estaba sacando conclusiones precipitadas y siendo demasiado dramática. No le conté a nadie.
Programé una consulta en el centro médico Bay Health de St. Pete para hacerme una mamografía. Cuando les dije del dolor en el ganglio, en lugar de la mamografía habitual, me hicieron una ecografía. Al día siguiente, me hicieron una biopsia de los ganglios y, dos días después, recibí la llamada: es cáncer de mama. Tras muchas conversaciones, me dijeron amablemente que hiciera las maletas y volviera a Cincinnati, donde tenía dos hijas y muchos otros amigos y familiares para apoyarme. Yo seguía segura de que no era nada, todo este drama para nada.
Mi hija, que es enfermera de la unidad de cuidados intensivos, investigó para encontrar el mejor tratamiento. Un solo oncólogo estuvo a cargo de mi atención. Por suerte para mí, él estaba rodeado de los mejores profesionales. Encontré a una cirujana que pertenecía al mismo sistema sanitario que el oncólogo. Era la médica más empática, amable y comprensiva que había conocido. Me apoyó las manos en las rodillas y me dijo: "Te ayudaremos a superar esto". Ella era justo lo que yo necesitaba en ese momento desde el punto de vista físico y emocional. Dijo que debíamos ir más despacio y evaluar todos los datos. El cáncer de mama en un ganglio no es donde empieza el cáncer de mama. Teníamos que encontrar el origen. Programó biopsias, RM, exploraciones con TEP, etc. Varias biopsias en la mama... porque todavía no podían ver nada en las exploraciones. Y todas mostraron la presencia de cáncer.
Conversamos y decidimos que la única opción para mí era una mastectomía. El cáncer era demasiado invasivo para considerar cualquier otra vía de acción. No veían tumores ni células en las exploraciones, porque toda la mama era cáncer. Si pueden definir qué es ser "afortunada", esa era yo. Tenía un tipo de cáncer positivo para receptores de hormonas y negativo para HER2, así que lo mejor de lo peor, supongo. Ninguno de los médicos me dio grandes precisiones con respecto a la estadificación. Sé que sabían por los protocolos, pero nunca dijeron: "Tienes cáncer en estadio ‘x’".
A partir de la lectura de los resultados de laboratorio y de mi comprensión de las métricas, estoy bastante segura de que era un estadio IIIb. Tenía metástasis extensa localmente, pero no encontraron nada a distancia. Era un tipo de cáncer que había estado allí mucho tiempo, era de crecimiento lento. Había tomado la mama completa y se había metastatizado a los ganglios linfáticos locales. Mi puntuación Oncotype era 0, pero cuando hay seis ganglios afectados, eso es imposible, según me dijeron. Me extirparon la mama y todos los ganglios linfáticos axilares. Seis estaban afectados. Tenía tres micrometástasis y tres macrometástasis. A una de esas, el cáncer la había disuelto por completo. No pintaban un panorama muy positivo.
Después de la cirugía, me reuní con el oncólogo. Erróneamente, pensé que era para analizar si necesitaba quimio. Para mi gran sorpresa, me dijo: "No hay ningún escenario en el que no recibas quimioterapia". Fue franco y directo. Y yo me daba cuenta de que ese equipo era realmente la mejor opción para mí. Mi confianza en ellos es lo que ha hecho soportable esta experiencia. El oncólogo me indicó que, aunque el cáncer no se había metastatizado a distancia, era muy probable que eso ocurriera. Y me trató como si fuera así.
Después de la mastectomía, recibí los tradicionales y divertidísimos cuatro ciclos de tratamiento durante 8 semanas con AC, incluido ese demonio rojo llamado Adriamycin. No sé si alguien que no sea una de "nosotras" sabe lo divertido que es eso. Personal de enfermería de quimioterapia con doble bata, tres pares de guantes, mascarilla y pantalla facial introduciéndome manualmente este veneno rojo en el cuerpo. Después del segundo tratamiento, el oncólogo me dijo: "Mm, tal vez quieras ocuparte de eso". Y me señaló el cabello que me llegaba por debajo de la cintura. "A estas alturas de la semana que viene, habrá desaparecido". Con aire de suficiencia, no le hice caso, solo para tener que afeitarme la cabeza 3 días después, entre sollozos.
Luego, me tocaron las 16 semanas adicionales de Taxol. Sobreviví... a veces preguntándome si valía la pena. Impaciente, quería empezar ya con la radiación. Lección aprendida: ten cuidado con lo que deseas. La radiación empezó siendo muy sencilla, una molestia diaria que no era gran cosa, hasta la última semana, cuando empecé a sangrar y a supurar y a pensar: "No voy a poder soportar los últimos tratamientos". Claro que pude. Tenía que estar sola en casa, porque no soportaba que nada me tocara la zona. Lloraba de dolor si apenas me rozaba con la ropa mientras cicatrizaba, pero finalmente cicatrizó.
Justo cuando pensaba que estábamos llegando al final del tratamiento activo, tuve el placer de conocer a Verzenio, en dosis de 150 mg. Vaya, parece que la diversión no había hecho más que empezar. Es un medicamento que salva vidas y altera el cáncer. Es un regalo para el cáncer el hecho de que esté disponible. Con el costo, y el estrecho margen de elegibilidad, realmente fui bendecida por poder recibirlo. Sin embargo, después de 6 meses, sigo sufriendo graves efectos secundarios de los que nadie quiere oír hablar. Me digo a mí misma: "Esto me alarga la vida y reduce la probabilidad de lo que es una eventual recurrencia". Le pregunté al oncólogo, con franqueza, cuál era mi pronóstico. Su respuesta: "No soy Dios, no tengo ni idea de cuánto tiempo vas a vivir, pero no renuncies a tu trabajo". Porque hacia allí me dirigía si veía que me quedaba poco.
Mientras escribo esto, me estoy preparando para una mastectomía preventiva, seguida de una reconstrucción con colgajo DIEP. Tengo 60 años, y la imagen corporal es importante para mí. Supongo que suena egoísta, pero siento que perdí bastante en los últimos años y necesito esto para sentirme mejor conmigo misma. Voy a tomar Verzenio durante dos años y bloqueadores hormonales durante 10 años (¿supongo que eso significa que viviré otros 10 años?).
No sé lo que me depara el futuro, pero sé que he recibido muchos regalos, un equipo increíble con el centro oncológico The Christ Hospital Cancer Center, los mejores de los mejores cirujanos, oncólogos, oncólogos radioterápicos y un cirujano plástico que solo se dedica a la reconstrucción para personas con diagnóstico de cáncer de mama. Simplemente, no tengo palabras para describir el tratamiento que recibí, la atención que sigo recibiendo y el apoyo general que ofrece ese sistema sanitario. Trabajo en el sector de la atención sanitaria, así que tengo mucho con lo que comparar. También estoy rodeada de amigos y familiares increíbles. Soy muy consciente de que muchas personas no son tan afortunadas, y eso duele. De verdad, soy una de las que tienen suerte.
Mientras empiezo a recuperar el cabello (¿qué pasa con estos rizos?) y trato de encontrar el equilibrio para reiniciar mi vida, puedo mirar atrás y decir que, por muy mal que lo pasara, no fue para tanto. Es como tener un bebé; una vez que pasó, ya no es tan dramático. Hace dos años y medio, tuve un divorcio que no quería realmente. Hace un año y medio, perdí a mi madre y, dos meses después, me diagnosticaron cáncer. Soy la única de toda mi familia a la que le diagnosticaron cáncer de mama en más de 100 años de historia familiar. Llevo un año y 4 meses en este camino. Ha sido un torbellino emocional, con muchas lágrimas, mucha rabia y amargura, pero al final, sigo diciendo que soy muy afortunada.
Brindo por todas las bellas y fuertes personas, damas y caballeros, que se enfrentan o se han enfrentado a esta batalla. Es eso: una batalla, pero una que hay que aceptar y atravesar para recuperar nuestra vida. ¡Salud a todas las personas que tuvieron suerte! Suerte de que me detectaran la enfermedad, suerte de que fuera tratable, suerte por el equipo médico que tengo, suerte por los amigos y la familia que me llevaron en brazos cuando no podía andar.
Dicen que todo pasa por algo. Sospecho que esto es, para mí, abrir los ojos y vivir mi vida cada día. Aunque solo sea por honrar a quienes no tuvieron tanta suerte. Un abrazo a todos y cada uno de ustedes. Nadie debería estar solo. Todos necesitamos ayuda para superar esto.