La historia de Kitt: No parezco enferma, pero vivo con cáncer de mama (seno) metastásico

Kitt descubrió, al vivir con CMM, que la enfermedad en estadio IV puede permanecer oculta y, aun así, costarle mucho.
 
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Kitt Ritchie es miembro de la comunidad Breastcancer.org en Toronto, Ontario, Canadá.

Tengo cáncer de mama metastásico (CMM) avanzado en estadio IV. CMM es cuando el cáncer de mama se extendió a otras partes del cuerpo. Normalmente, se extiende a los huesos, el hígado, los pulmones y el cerebro. Actualmente, no existe cura para el CMM, pero sí tratamiento, y algunas mujeres pueden vivir muchos años.

Me diagnosticaron CMM en diciembre de 2020. Me sometí a una mastectomía doble después de que me dijeran que tenía cáncer de mama en estadio inicial. Cuando llegaron los resultados patológicos, descubrí que estaba en estadio IV y que se había extendido a los pulmones y los huesos. Sin embargo, parece que los pulmones se curaron en los últimos dos años (¡viva!) y ahora el cáncer está en los huesos: la columna vertebral, las costillas y ambas caderas. Tomo medicamentos de quimioterapia todos los días (pastillas) que tienen muchos efectos secundarios desagradables. Siento dolor la mayoría de los días, pero, por ahora, es tolerable. Me siento fatal y estoy agotada la mayor parte del tiempo, pero me alegro de no haber perdido el cabello. Y cada 3 meses, recibo un medicamento por vía intravenosa en el hospital. Es un fortalecedor óseo y un agente antitumoral.

El CMM es invisible. No parezco enferma. De hecho, si me miras, nunca adivinarías que me estoy muriendo de cáncer. En realidad, si me vieran, pensarían que soy la personificación absoluta de la salud. Tengo una espesa cabellera rizada. Soy gordita (es decir, tengo bastante sobrepeso) y tengo las mejillas rojas y sonrosadas. Tengo el mismo aspecto que siempre, solo con un poco más de peso. Algunos de nuestros tratamientos, los bloqueadores de estrógenos y los esteroides, en particular, provocan aumento de peso, sofocos y enrojecimiento del rostro. A decir verdad, esos son los efectos secundarios más agradables.

Actualmente, la enfermedad está estable y lo ha estado durante un año y medio. Por el momento, el tratamiento ha impedido que el cáncer se extienda. Cuando empiece a extenderse (y lo hará), me cambiarán el tratamiento. Hay varios medicamentos diferentes que puedo probar y muchos de ellos funcionan bien para frenar la propagación de la enfermedad. Me quedan varios años de vida. ¿Cuántos? Nadie lo sabe realmente, ya que esta enfermedad es bastante impredecible, pero supongo que podría vivir entre 4 y 8 años más si tengo suerte, y si puedo soportarlo. Tengo 57 años y espero llegar a los 60. Para ser muy sincera, no estoy segura de llegar a los 65. Es lo que es, y lo he aceptado. Ahora, la mayoría de los días lo tomo realmente bien. Es raro.

Así que, por ahora, tengo mis días buenos y mis días malos. A veces, tengo días de “estar en cama” porque mi cuerpo no quiere o no puede hacer casi nada. Algunos días tengo energía para unas horas, pero cada vez son menos. Ya no puedo hacer lo que hacía antes. Me canso con mucha facilidad. Ya no puedo practicar todos los deportes que me gustaban. Se acabó esquiar, montar a caballo, nadar, bucear y jugar al golf... Tengo un alto riesgo de sufrir una fractura y, con la afectación de la columna, debo tener cuidado. Incluso pasar la aspiradora no es algo que deba hacer demasiado. Sin embargo, no echaré de menos pasar la aspiradora. Por suerte, a mi pareja le encanta limpiar y pasar la aspiradora. Puedo caminar. Caminar es bueno para nosotros, y me encanta pasear por la naturaleza. Siempre fui muy activa y fuerte físicamente. Me siento cada vez más débil, aunque me mantengo lo más activa que puedo. Es sumamente frustrante y es lo que más me molesta de esta enfermedad. A menudo me exijo demasiado, en general hasta la extenuación total y absoluta, y luego me derrumbo en la cama durante un día, a veces dos.

Los pacientes con CMM tenemos tratamientos continuos contra el cáncer todos los días durante el resto de nuestras vidas. No es muy divertido. Varios estudios cada pocos meses, tratamientos intravenosos, quimioterapia, radiación, análisis de sangre, visitas constantes al hospital, oncólogos, cita tras cita con el médico. Desde luego, no es como me imaginaba la jubilación. Para nada. Y a medida que mi dolor empeore, empezaré a perder las ganas de vivir. No pienso quedarme hasta el amargo final. En cuanto la vida deje de ser agradable, me largaré de aquí. Nadie me dará de comer ni me cambiará los pañales, de ESO puedes estar seguro. Vivir y morir con dignidad e independencia es lo más importante para mí. Se puede solo vivir, o se puede tener calidad de vida.

Sin embargo, la vida sigue siendo tolerable por el momento. La mayoría de los días consigo olvidarme del cáncer y disfrutar de la vida. La negación se ha convertido en algo realmente bueno. La negación no es algo que se me haya dado bien, es una nueva habilidad que estoy aprendiendo. La negación es una buena opción para alguien que sufre una enfermedad terminal. Es donde vuelvo a sentirme normal. Donde no me siento enferma. La vida es corta y es cada vez más corta para mí, por lo que intento vivirla lo mejor posible y durante el mayor tiempo posible. Es todo lo que podemos hacer.