La historia de Stephanie: Una recurrencia no pudo detenerme
Stephanie Hargis es integrante de la Comunidad de Breastcancer.org en Arlington, Texas, EE. UU.
Me llamo Stephanie Hargis. Tengo 27 años, estoy casada y tengo una hija de cuatro años. En marzo de 2022, me encontré un bulto en la mama derecha y fui al médico. Junto con los médicos y el personal de enfermería, pensábamos que podría haber sido solo un ganglio linfático inflamado, ya que el bulto me dolía, no había antecedentes familiares de cáncer y tenía solo 25 años.
Después de hacerme una ecografía y una biopsia, me diagnosticaron carcinoma ductal invasivo triple negativo en estadio II. Por aquel entonces, estaba terminando el último año de mi licenciatura en trabajo social. No quería dejar de estudiar porque sabía que podría utilizar eso como una distracción del tratamiento del cáncer.
El oncólogo usó mi muestra de sangre y la envió a Myriad Genetics para hacer análisis genéticos. La cirujana oncológica me dijo que podía esperar los resultados a fin de tomar una decisión sobre qué tipo de cirugía elegir. Me había hecho a la idea de someterme a una mastectomía doble y decidí no esperar.
En abril de 2022, me hice una mastectomía doble. Resulta que hice una buena elección. Di positivo en el análisis de la mutación del gen BRCA1. Esta mutación genética me pone en riesgo de padecer cáncer de ovario, así que tendré que someterme a cirugía en un par de años para que me extirpen los ovarios. Recuerdo que me sentía “defectuosa” porque nadie más de mi familia tuvo cáncer. Dos días después de la mastectomía, volví al hospital durante una semana debido a un colapso pulmonar total.
Empecé la quimioterapia (doxorrubicina y Cytoxan) en junio de ese año y terminé el tratamiento en Halloween. En diciembre, me gradué magna cum laude en la Universidad de Texas en Arlington. Seguí yendo a controles y haciéndome múltiples exploraciones.
En abril de 2023, me dieron la noticia de que el cáncer había vuelto. En realidad, no tenía ningún síntoma ni sentía nada diferente. Era mucho más fácil notarme algo fuera de lo normal en el cuerpo antes de las cirugías y de los implantes. El oncólogo había pedido una exploración con tomografía por emisión de positrones (TEP) y el resultado fue normal., Menos de dos semanas después, fui a una consulta con la cirujana oncológica, que sintió un bulto extraño. Tuve que hacerme una ecografía y una biopsia, y así me enteré de que el cáncer había vuelto a aparecer.
Fueron necesarias más exploraciones para asegurarnos de que no se había diseminado, cosa que afortunadamente no ocurrió. En mayo, volví a someterme a cirugía. Esta vez me hicieron una lumpectomía y me sacaron varios ganglios linfáticos, 12 para ser precisa, que afortunadamente dieron negativo en el análisis de cáncer. Tuve que hacer fisioterapia para recuperar el movimiento normal del brazo.
Casualmente, empecé la quimioterapia y la inmunoterapia en junio de 2023, el mismo día que había comenzado la quimioterapia el año anterior. Los medicamentos de quimioterapia que me dieron eran gemcitabina y carboplatino, y me hicieron sentir muy mal. La inmunoterapia que recibí era Keytruda.
El 27 de octubre de 2023, terminé la quimioterapia y la primera parte de la inmunoterapia. Tenía que completar 21 sesiones de radiación. Tenía la piel extremadamente enrojecida e irritada, y mucha picazón. Gracias a la cantidad de loción que me apliqué, la piel me volvió a la normalidad menos de dos semanas después de terminar el tratamiento.
Retomé la inmunoterapia y seguiré con eso durante 8 meses. También empecé a tomar Lynparza, dos comprimidos dos veces al día durante 6 meses.
En agosto de 2023, comencé el programa de maestría avanzada en trabajo social en la UTA y, si todo va bien, voy a terminar en agosto de 2024. Ha sido una experiencia llena de altibajos, pero me siento bendecida por seguir aquí hoy luchando y saliendo adelante.
Cuanto más tiempo llevo en tratamiento, más me encuentro luchando contra el quimiocerebro y la fatiga. Algunos días, parece que no puedo levantarme de la cama, pero estoy agradecida de que mi hija sea comprensiva y sepa que esos días son para acurrucarse y ver películas. Otros días, puedo hacer más cosas y jugar al aire libre con ella y con nuestra perrita, Lola.
Durante mi primera experiencia con la quimioterapia, el quimiocerebro me frustraba mucho, sobre todo cuando cursaba. Salía de las clases llorando, porque no podía memorizar la información que necesitaba para los exámenes y las pruebas. Con el tiempo, aprendí a ser paciente conmigo misma, y a ser como Steve de Las pistas de Blue y utilizar mi práctico bloc de notas en el teléfono para escribir lo que necesito a lo largo del día. Cuando tengo ocasión, hago distintos tipos de rompecabezas que me ayudan a estimular la mente.
Mi consejo para cualquier persona que acaba de recibir un diagnóstico es: “Vive tu vida al máximo y alcanza tus metas, porque el cáncer no puede ni va a detenerte. Encuentra algo bueno en cada situación negativa y céntrate en eso para superar los malos momentos”.