Lo que hay que saber sobre los viajes y el cáncer de mama (seno)

Sí, probablemente puedas viajar durante el tratamiento. Solo tienes que planificarlo con cuidado.

Actualizado el 27 de septiembre de 2025

En muchos casos, viajar mientras recibes tratamiento del cáncer de mama es seguro y te trae beneficios físicos y emocionales.

“Alejarse durante un tiempo puede ser maravilloso para volver a empezar”, afirma Guy H. Montgomery, PhD y director del Programa Dubin de Psicología del Cáncer de Mama de Mount Sinai. “Es una suerte de evasión de todo lo que has tenido que cargar en los hombros”.

Pero es probable que tu forma de viajar durante el tratamiento del cáncer de mama sea diferente de la que tenías antes de que te diagnosticaran la enfermedad.

Primera parada: el equipo médico

La planificación de los viajes durante el tratamiento del cáncer de mama debe tener en cuenta los tratamientos que recibas y la respuesta del organismo. Así que, el primer paso para planificar el viaje es consultar a tu equipo de atención.

“¿Es seguro para mí viajar?”. Esa es la pregunta más importante que hay que hacer. Una vez que recibas el visto bueno del equipo médico, este podrá indicarte los mejores momentos para viajar, así como si debes evitar determinados tipos de viajes o lugares. Por ejemplo, si te cuesta respirar o tienes un recuento de glóbulos blancos bajo, el médico puede indicarte que no vueles y que viajes en automóvil. Si tu sistema inmunitario está debilitado, el médico puede decirte que evites determinados destinos.

Si te han diagnosticado cáncer de mama metastásico, es posible que no tengas una interrupción evidente en el tratamiento. Pero eso no significa que no puedas viajar. Solo hace que sea más importante hablar con tus médicos sobre cómo coordinar las vacaciones teniendo en cuenta tu programa de tratamiento.

El equipo médico y tú pueden revisar los tratamientos, las pruebas de detección y otros análisis programados para determinar el mejor momento para viajar.

Viajar después de una cirugía por cáncer de mama

Qué tan pronto podrás viajar después de la operación dependerá del tipo de intervención quirúrgica a la que te hayas sometido. Después de cualquier tipo de intervención quirúrgica, el riesgo de que se forme un coágulo de sangre es mayor, por lo que es aconsejable preguntarle al médico si el uso de medias de compresión tiene sentido en tu caso. Muchos cirujanos recomiendan también evitar las bañeras de hidromasajes y las piscinas durante seis a ocho semanas después de cualquier tipo de intervención quirúrgica.

Viajar después de la extirpación de ganglios linfáticos

Independientemente del tipo de cirugía por cáncer de mama a la que te sometas, es probable que te extirpen uno o más ganglios linfáticos. Cuantos más ganglios linfáticos se extirpen, mayor será el riesgo de linfedema. Una vez que te hayas recuperado de la operación y tengas permiso para viajar, si padeces linfedema o tienes un riesgo elevado de padecerlo y piensas viajar en avión, pregúntale al médico o al especialista en linfedema si las prendas de compresión son adecuadas para ti.

Viajar después de una lumpectomía

Muchas personas se someten a una lumpectomía y, luego, reciben radiación; normalmente, unas cuatro semanas después de la operación.

Si el médico te autoriza a viajar, el período posterior a la curación de la lumpectomía y anterior al inicio de la radioterapia puede ser un buen momento para tomarse unas vacaciones.

“Los viajes siempre deben estar autorizados por tu cirujano”, aclara la Dra. Sarah P. Cate, jefa de la División de Cirugía Mamaria de Stamford Health y exdirectora del Programa de Vigilancia Especial y Mama de Mount Sinai. En su consulta, la Dra. Cate suele autorizar a las personas a viajar una a dos semanas después de la lumpectomía, con un plan de radiación en marcha.

Viajar después de una mastectomía y una reconstrucción

Una mastectomía es una operación más compleja que una lumpectomía, y una mastectomía doble es aún más compleja. Si te sometes a una reconstrucción mamaria al mismo tiempo que a una mastectomía, la complejidad es aún mayor. La Dra. Cate recomienda obtener el visto bueno tanto del cirujano mamario como del cirujano plástico antes de planificar cualquier viaje. Si vas a someterte a radiación después de una mastectomía, es conveniente que el oncólogo radioterapeuta te autorice a viajar. La mayoría de los médicos recomiendan esperar entre seis a ocho semanas después de cualquier tipo de mastectomía y reconstrucción antes de viajar.

Si tienes drenajes o desarrollas linfedema tras la intervención, es posible que el médico te recomiende no viajar en avión. Esto se debe a que los cambios de presión en la cabina pueden empeorar el linfedema. Si tienes drenajes quirúrgicos, puede ser difícil pasar por la seguridad del aeropuerto. También es difícil llevar bien puesto el cinturón de seguridad y vaciar el drenaje durante el vuelo.

Si vas a viajar en automóvil, quizás te convendría usar una almohada para el cinturón de seguridad que te permita tener el pecho protegido. También es una buena idea parar cada tanto para caminar durante cinco o diez minutos. 

Viajar durante la radioterapia

La radioterapia se administra una o dos veces al día, cinco días a la semana, durante una a cinco semanas. Debido a este cronograma, puede ser conveniente esperar hasta que hayas terminado el esquema para viajar durante más de un fin de semana largo.

Si hay alguna ocasión especial a la que quieras asistir, como una boda o una graduación, pregúntale a tu oncólogo radioterapeuta cómo programar el tratamiento en función del acontecimiento.

Las reacciones cutáneas son los efectos secundarios más frecuentes de la radioterapia. Si viajas durante la radioterapia o poco después de recibirla, asegúrate de llevar cremas hidratantes, ropa holgada y cualquier otro material que necesites para controlar la posible irritación.

Viajar durante la quimioterapia, la terapia dirigida o la inmunoterapia

Muchos medicamentos de quimioterapia y terapia dirigida, así como los dos medicamentos de inmunoterapia utilizados para tratar el cáncer de mama, se administran por vía intravenosa. Esto significa que ingresan directamente al torrente sanguíneo a través de una vía o un puerto para tal fin.

Todos estos medicamentos se administran en ciclos. Dependiendo del régimen que recibas, cada ciclo puede durar entre 14 y 28 días. En muchos casos, recibirás los medicamentos el primer día del ciclo. A continuación, el cuerpo descansa y se recupera para el resto del ciclo.

Si deseas viajar en tus días de descanso entre infusiones, habla con el equipo médico. Pueden conversar acerca de los efectos secundarios que puedas tener al viajar y de cómo controlarlos, y cómo protegerte de las infecciones.

En general, el día posterior a recibir una infusión es cuando los efectos secundarios ―como las náuseas, los vómitos y la diarrea― son peores. Muchas personas se sienten mejor al tercer o cuarto día después de una infusión, por lo que es posible que desees pasar por un ciclo para averiguar cuándo empiezas a sentirte lo suficientemente bien como para viajar.

La quimioterapia y la inmunoterapia afectan el sistema inmunitario, por lo que puedes correr un mayor riesgo de desarrollar una infección. El médico puede recomendarte que evites determinados destinos con brotes de enfermedades contagiosas, como la COVID o el sarampión. Para preservar tu seguridad, tendrás que tener cuidado con el agua que bebes y los alimentos que comes. Asegúrate de que los alimentos estén bien cocinados y el agua, purificada. Es mejor evitar las bañeras de hidromasajes, las piscinas y nadar en cualquier espejo de agua debido al riesgo de infección.

Las picaduras de insectos pueden infectarse, y la quimioterapia puede hacerte mucho más sensible al sol. Antes de salir a la calle, asegúrate de aplicarte repelente de insectos y bloqueador solar, así como de llevar sombrero y gafas de sol para protegerte los ojos y la cara.

También puedes correr un mayor riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos, por lo que el médico puede recomendarte que lleves medias u otras prendas de compresión.

Algunos medicamentos de terapia dirigida pueden causar problemas pulmonares y cardíacos, por lo que el médico puede recomendarte que evites volar, ya que los cambios de presión en el avión pueden empeorar estas afecciones. Otros medicamentos de terapia dirigida pueden causar diarrea durante varios días, a veces grave, por lo que es mejor viajar con medicamentos antidiarreicos, por si acaso.

Si tienes un puerto, es buena idea llevar la tarjeta de identificación del dispositivo. Si no tienes la tarjeta de identificación, pídele al médico una nota en la que figure el nombre del puerto y se indique su ubicación y finalidad. Así evitarás problemas al pasar por el control de seguridad en aeropuertos y otros lugares.

Viajar durante la terapia hormonal

Todos los medicamentos de terapia hormonal para el cáncer de mama —excepto Faslodex (nombre genérico: fulvestrant)— son píldoras. Por lo tanto, viajar mientras se toman píldoras de terapia hormonal es relativamente fácil en comparación con otros tratamientos contra el cáncer de mama.

Durante el primer mes de tratamiento con Faslodex, recibirás inyecciones los días 1, 15 y 29. Después de eso, se recibe una inyección al mes; por eso, si estás recibiendo Faslodex, sería conveniente esperar hasta después de ese primer mes para viajar.

Los efectos secundarios de la terapia hormonal pueden ser el principal factor que afecte tu viaje. Dependiendo del medicamento que recibas, puedes tener sofocos, dolor articular y en los huesos, fatiga o náuseas. Habla con el médico sobre cómo puedes controlar estos efectos secundarios durante el viaje y si hay formas específicas de viajar que sean mejores para tu situación.

Seguro de viaje

El seguro de viaje te protege de perder dinero si ocurre algo inesperado durante tu viaje. Puede ser una buena idea, pero tendrás que investigar un poco para encontrar planes que ofrezcan cobertura para personas con enfermedades preexistentes, como el cáncer de mama. Si no tienes cobertura para enfermedades preexistentes, es probable que no te reembolsen los gastos de urgencia, atención médica, vuelos de regreso de última hora o cualquier otra interrupción o cancelación del viaje que se produzca a causa del cáncer.

Hay compañías especializadas en seguros de viaje para personas diagnosticadas con enfermedades preexistentes, incluido el cáncer. Pueden ofrecerte una póliza, siempre que informes a la compañía todas las enfermedades preexistentes, y la aseguradora te entregue una declaración por escrito en la que diga que ha aceptado tus enfermedades.

Los seguros de viaje que cubren enfermedades preexistentes suelen ser más caros que los seguros de viaje estándar.

Algunas compañías exigen una nota del médico que te autorice a viajar. También es posible que tengas que comprar la póliza en un plazo determinado de días —normalmente de 14 a 20 días— después de hacer la reserva.

Cuando compares pólizas y presupuestos, asegúrate de que los importes de la cobertura sean suficientes para cubrir todos los gastos del viaje, incluidos los vuelos de regreso de emergencia.

Preparación para el viaje durante el tratamiento del cáncer de mama

El equipo médico puede indicarte si hay algún artículo específico que debas llevar contigo en tu viaje.

Además del consejo habitual de llevar calzado y ropa cómodos, un abrigo para la lluvia y una pequeña bolsa extra para los recuerdos, los médicos y los miembros de la comunidad de Breastcancer.org les recomiendan a las personas diagnosticadas con cáncer de mama que también incluyan en su maleta lo siguiente:

  • Suficiente cantidad de los medicamentos que toman para todo el viaje, junto con extras por si hay retrasos o se caen algunas pastillas al suelo. Los medicamentos deben estar en sus envases originales. Es importante llevarlos en el equipaje de mano por si se pierden o se retrasan las maletas. El médico o la compañía de seguros pueden ayudar a conseguir una reposición anticipada o una excepción por viaje en caso de ser necesario. En el sitio web de la Administración de Seguridad en el Transporte figuran las restricciones y lo que puede pasar por los escáneres.

  • Otros medicamentos para el dolor, la diarrea, las náuseas, el estreñimiento, los sofocos, las llagas bucales y cualquier otro efecto secundario que pueda aparecer. El médico puede recomendar antibióticos, en caso de enfermedad durante el viaje.

  • Una nota del médico en la que se resuma el historial médico, incluidos los tratamientos recientes y cualquier alergia, y que confirme que se puede viajar.

  • Copias de todas las recetas.

  • Repelente de insectos, bloqueador solar, gafas de sol, sombrero de ala ancha y medias de compresión.

  • El carné del seguro médico y tarjetas de recetas.

  • Detalles del seguro de viaje e información de contacto.

  • Una lista de proveedores y centros médicos de la zona que se vaya a visitar.

  • Mascarillas desechables si hay riesgo de infección.

Instrucciones de emergencia

Tu equipo médico puede ayudarte a crear una hoja de instrucciones que describa tu estado y qué hacer en caso de emergencia si no puedes comunicarte. Puede ser un documento, una nota en el teléfono o una hoja impresa que lleves en la cartera o con los demás documentos de viaje.

Las instrucciones deben ser claras y concisas. Por ejemplo:

  • Darme esta cantidad de este medicamento si ocurre X.

  • Llamar inmediatamente a mi contacto de emergencia si ocurre X.

  • Si ocurre X, llevarme al servicio de urgencias más cercano y enseñarles esta hoja.

Si viajas a un lugar donde se habla una lengua distinta de la tuya, puede ser útil tener la hoja traducida a la lengua principal que se hable en el lugar de destino.

Algunos médicos recomiendan llevar versiones digitales de las pruebas más recientes que te hayas hecho en una unidad flash, que puedas enganchar al llavero o sujetar a una presilla dentro de la mochila o el bolso. Así, si ocurre algo, los médicos del destino al que viajes pueden comparar tus pruebas más recientes con lo que están viendo.

También hay pulseras y collares de alerta médica que te permiten poner en ellos tu estado y la información de contacto en caso de emergencia, para que la gente pueda llamar a tu persona de contacto y preguntarle qué hacer.

Vacunas

Es importante que le preguntes al médico sobre las vacunas que debes darte antes de viajar. A las personas que reciben tratamiento del cáncer de mama no se les deben administrar vacunas de virus vivo, como las del sarampión y la varicela. Pero se ha demostrado que otras vacunas son seguras para la mayoría de las personas diagnosticadas con cáncer, como la vacuna contra la COVID y la vacuna contra la gripe.

Si viajas fuera de Estados Unidos, la página de salud del viajero de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. te permiten introducir el destino y ver los avisos sanitarios y las vacunas recomendadas para ese lugar. Una vez más, es importante que repases estas recomendaciones con tu equipo médico, ya que es posible que no cumplas con los requisitos para recibir las vacunas de virus vivo recomendadas.

¿Qué tipo de viaje es el adecuado para ti?

Pedirle autorización a tu equipo médico es muy importante, pero preguntarte qué tipo de viaje necesitas y con qué te sientes a gusto es igual de importante.

“En última instancia, tú eres quien más sabe sobre ti ―dice el Dr. Montgomery―. ¿Tienes todo listo? ¿Será divertido? Confía en ti. Puede que algunas personas no quieran salir de un radio de 5 km de su centro oncológico. Otras personas pueden sentir esa sensación de encierro y querer escapar.

Piensa en tus niveles de energía, que pueden ser más bajos, y considera quién podría acompañarte mejor en el viaje. Pregúntate: ‘¿Quién me va a hacer reír? ¿Quién es mi sostén?’. Estos son grandes candidatos a compañeros de viaje”. Pero a veces también se puede pasar un buen rato de relajación y diversión a solas.

Ten en cuenta las restricciones que te haya comentado tu equipo médico. Estas pueden ser bastante básicas y ayudar a orientar tu planificación. Evitar beber mucho alcohol y mantener un buen nivel de hidratación son dos recomendaciones frecuentes para viajar durante el tratamiento. Así que ir a una gran fiesta, como el Mardi Gras o el Carnaval de Río de Janeiro, puede que solo te recuerde lo que no puedes hacer.

Otros problemas frecuentes son la sensibilidad al sol causada por la quimioterapia y otros medicamentos. Los lugares nublados son tus aliados. Ten cuidado con las grandes altitudes, donde el sol es más fuerte. Si la quimio te está provocando el síndrome mano‑pie, elige un lugar que requiera caminar menos. Si estás lidiando con la neuropatía periférica, programa muchos descansos para estirarte y hacer fluir la sangre.

Todas estas reglas (¿Náuseas? ¡Nada de cruceros! ¿Llagas o aftas bucales? ¡Nada de hacer el mapa de la pizza!) pueden parecerte restrictivas, pero no te rindas. Estos límites pueden orientarte hacia un destino o una actividad nuevos y emocionantes para ti.

Si el costo es un factor para tener en cuenta, hay organizaciones que ofrecen vacaciones y retiros gratuitos o con descuento para personas diagnosticadas con cáncer.

¿Y si te arrepientes de haberte ido?

“A mitad del viaje, puedes sentir que la situación te supera y pensar que no deberías haber ido, sobre todo si intentas algo demasiado agotador”, dice el Dr. Montgomery. Pero esto es normal, y si ocurre, piensa en las cosas que te hacen sentir más feliz y te dan más sensación de control, y haz cosas que te reconforten. “Para empezar, sal de la habitación del hotel y tómate un té helado bien fresco”, sugiere.

Otra estrategia consiste en concentrarse en el destino y en todo lo nuevo. Visita un museo local, prueba una actividad que no hayas hecho nunca (¿montar a caballo?, ¿pintar con acuarelas?) o escucha música del lugar.

Como escribió el chef y escritor Anthony Bourdain: “Viajar no siempre es bonito. No siempre es cómodo. A veces duele, incluso te rompe el corazón. Y eso está bien. El viaje te cambia; debería cambiarte. Deja marcas en tu memoria, en tu conciencia, en tu corazón y en tu cuerpo. Te llevas algo contigo. Con suerte, dejas algo bueno detrás”.